Rompiéndole el culo a Mili (1)
Capítulo 1
Un trasero casi como el de J-Lo
Un trasero casi como el de J-Lo
Milagros era una chica simpática, de 1.65m, cabellos lacios y negro, ojos del mismo color, piel bronceada. De su cuerpo puedo decirles que era una versión a escala de Jennifer López, su trasero no era tan exageradamente voluptuoso como el de J-Lo, pero si muy apetecible.
Volviendo al relato, nosotros estudiábamos en la misma facultad, ella siempre estaba rodeada por chicos. A mí no me llamaba la atención unirme a su club de fans, me contentaba viéndola pasear por la facultad con sus jeans apretados y más de un pensamiento morboso cruzó por mi mente… y la de muchos.
Un amigo, Javier, llegó a ser su novio. Era un tipo divertido, pero también mujeriego. Mili conocía su fama y aun así lo aceptó, quizás pensaba que su curvilíneo cuerpo cambiaría su promiscuidad. Poco me importó, yo tenía novia, así que pensé: Bien por Javier, y que disfrute de ese jugoso trasero... por cosas del destino, sería yo el primero en disfrutarlo...
Poco después coincidí con ella en un curso. Debíamos presentar informes casi todas las semanas. Yo no conocía a nadie en ese salón, creí que a Mili le iría mejor, pero al final de la clase ella se me acercó y me preguntó si tenía compañero. No me hice ilusiones, pensé que me quería agrupar con algún amigo o amiga suya que estuviera solo.
- No, todavía no tengo compañero... respondí sin mayor interés.
- Bueno, yo tampoco... te parece si lo hacemos juntos...
Tome sus palabras en doble sentido, me hubiera abalanzado para hacerlo ahí mismo, pero no se refería a eso. Mili se dio cuenta de cómo sonó su propuesta y antes de que yo dijera algo, repuso:
- Me refiero al trabajo... No seas mal pensado... dijo sonriendo, un poco sonrojada.
- Si, me parece bien... respondí devolviéndole la sonrisa.
Así nos fuimos haciendo amigos. Íbamos a su casa o a la mía a hacer los informes y presentarlos casi a la hora de entrega.
Casi al final del ciclo, Mili fue a mi casa a terminar un informe, creímos que nos tomaría tiempo, así que decidió quedarse. El trabajo no fue difícil, terminamos a las 2 de la madrugada. Pensé que se iría, hasta ofrecí llamarle un taxi, pero Mili prefirió quedarse. Se habían escuchado casos de taxistas violadores últimamente, usaban un polvillo para adormecer a sus pasajeras y luego se deleitaban con ellas. Hoy agradezco que se quedara y maldigo mi torpeza por casi dejarla ir.
Nos quedamos conversando en mi cuarto, le ofrecí un refresco, pero...
- ¿No tendrás un vino?... me pregunto con sonrisa coqueta.
Baje al primer piso, saque un par de botellas del minibar, cogí unas copas de la cocina, sin hacer ruido, porque mis padres dormían y no quería arruinarme la fiesta.
Con el vino, la conversación fue más amena. Nunca hablamos de cosas personales pero esa noche hablamos hasta de sexo. Me hizo prometer que nunca le contaría a nadie lo que esa noche hablamos (después me haría prometer que no le contara a nadie lo que hicimos). Aunque un poco cohibida al principio, luego fue hablando sin complejos. Con el vino en la sangre y la conversación sexual, mi pene se iba endureciendo, más aún con Mili y su redondo trasero hundiéndose en mi cama. Temí que fuera evidente lo tieso que tenía mi entrepierna.
Llegó el momento de hablar de Javier y como les iba en la cama. Con una copa más de vino y bajo otra promesa solemne de silencio de mi parte, me habló de sus intimidades con él:
- Bueno, sí, es evidente que ya lo hemos hecho varias veces... me dijo sin tapujos.
¡Maldito suertudo!, ¡Llevan poco tiempo juntos y ya lo hacen como conejos!... ella noto mi expresión:
- ¿Por qué esa cara? ¿Acaso no lo has hecho aún con tu novia?... preguntó curiosa.
- Si lo he hecho, solo que pasaron 5 meses antes de que fuéramos a la cama...
- ¿Y por qué tanto?... me dijo sonriendo.
- Ella quería estar segura que yo estaba realmente interesado y que no buscaba solo placer.
- Vaya, ¡Se te habrán hinchado las pelotas en esos 5 meses!... me dijo sonriendo.
- Jajaja, sí, pero bueno, valió la pena, a pesar de que ella no tenía experiencia...
- ¿Qué?, ¿No me digas que tú la desfloraste?...
- Si, su familia siempre fue sobreprotectora con ella...
- Así que tú echaste a perder a esa pobre niña... me dijo bromeando.
- Jaja, puede decirse, prefiero decir que sus padres me la cuidaron bien...
- Jajaja, pero, vamos, cuéntame más de eso... insistió curiosa.
- Como dije, ella no tenía experiencia, pero la forma como se entregó, esa ternura, esa pasión... pero bueno, hay cosas que aún no hacemos porque le da vergüenza...
- ¡Sátiro! ¡Mañoso!... que cosas le querrás hacer a la pobre chica... me dijo riendo.
- Jajaja, nada malo, tú sabes, hay más de un par de posiciones para hacerlo... respondí.
Por primera vez hablaba tan abiertamente de sexo con una chica, a la que quería practicarle más de una posición. No me importaba que fuera novia de un amigo, ni tan amigo, compañero de joda puede decirse. Llegué al punto en que olvidé que yo tenía novia.
- Tienes razón. Creo que Javier no puede quejarse... respondió, guiñándome el ojo.
- Lo tienes satisfecho... dije con cierta envidia.
- Si, pero hay algo que todavía no... Mili titubeo, se arrepintió de lo que iba a decir.
- ¿Qué es lo que todavía no?... Pregunté curioso.
- No, no es nada... dijo sonrojándose por primera vez en la noche.
- Vamos, mira que yo te he contado todo... insistí.
- Tienes razón, está bien... pero...
- Si, por tercera vez te prometo que lo que digas no sale de aquí... dije con tedio.
- Por tu bien espero que sea así... respondió, mostrándome un puño juguetonamente.
- Pero vamos, cuéntame... ¿Qué es lo que aún no hacen?...
- Javier tiene cierto gusto por el sexo... nuevamente Mili titubeo.
- Continua... insistí.
- Bueno... él quiere hacérmelo por atrás... dijo con vergüenza, luego tomó más vino.
- ¿Sexo anal?... pregunté incrédulo, porque creí que ya lo habrían hecho, viendo el inmenso trasero que ella tenía, cualquiera pensaría en metérselo por allí.
- Si, sexo anal... dijo Mili más suelta y agregó: Nunca lo he hecho... ¿Pensaste que sí?...
- Como estuviste de acuerdo en que hay más de una forma de hacerlo, creí que tú habías hecho eso... respondí, imaginándome detrás de ella, perforándole su aún estrecho ano. Mi verga estaba más dura que nunca, acomodé mis piernas para disimular mi erección.
- Pues no, aun no me he atrevido. Mis otras parejas también me lo pidieron, pero... como que me dio miedo... no sé qué fijación tienen esos mañosos con mi pobre culito...
¿Culito?, pero si tienes un ¡CULASO!... quise gritarle. Todos en la facultad fantaseaban con romperle el culo en una buena cogida, y ella no se daba cuenta que, hasta los más recatados profesores, al menos de reojo, la veían meneando su cola con su coqueto andar...
- ¿Y por qué el miedo?... pregunte volviendo a mis cabales.
- Porque puede ser doloroso... me gustaría complacerlo, él ha insistido mucho... pero...
- ¿Pero qué?
- No sé, Javier es un poco tosco... con decirte que la primera vez que lo hicimos me la metió toda de frente, ni siquiera espero que me mojara... es un desesperado...
Quise reírme, pero debía comprender a Javier, tanto tiempo estuvo detrás de ella, que al tenerla no se aguantó y se la clavo lo más rápido que pudo, como para que no se le escape... no dije nada y Mili continuó quejándose:
- Me dolió, pero me hice la tonta... imagínate si acepto que me la meta por ahí, me va a desgarrar mi pobre anito...
Oyendo lo que decía, mi verga estaba por explotar, la leche casi manchaba mi ropa interior.
- Ni que Javier la tuviera tan grande... dije con sorna.
- Bueno, no es tan grande, pero si la tiene gordita... me dijo haciendo gestos con la mano para darme a entender de qué tamaño era y que tan gorda la tenía.
- Ah... me limité a decir, quizás con una sonrisa burlona, porque me pareció que mi amigo no era tan aventajado como presumía. Ella noto mi expresión.
- ¿Qué? ¿Por qué ese gesto? ¿Cómo es la tuya?... me preguntó entre enfadada y curiosa.
Quise sacarla y mostrársela, total, estaba recontra dura... pero me contuve y me limite a decir:
- Quizás no sea tan gorda… pero si es más larga...
- Vaya, bien por tu novia, estará feliz... me dijo sonriendo.
- No puede quejarse... respondí con cierto orgullo.
- Y dime... ¿Tú ya le has practicado sexo anal?...
- No, todavía no. Como te digo aún se avergüenza de algunas cosas, pero poco a poco, es una tarea que aún tenemos pendiente...
- Pero tú ya se lo has hecho a tus otras novias...
- Si, a un par. Tampoco querían al principio, por vergüenza, temor al dolor... pero al final lo hicimos y una de ellas se volvió adicta y solo quería que lo hagamos por ahí.
- ¿Tanto así?... preguntó sorprendida y acalorada, al parecer el vino y la conversación no solo me afectaba a mí, podía decir que le comenzaba a picar su arrugado anillo.
- Si, y la otra no se hizo mayores problemas después, aceptaba gustosa tener sexo anal...
- ¿En serio?... y digamos ¿Cómo harías para introducírsela a tu novia?... en una no se la vas a meter toda, como hace el salvaje de Javier...
La veía preguntar con una curiosidad que iba más allá del querer conocer, con una mano sobre el pecho, parecía que se estaba excitando. Sus ojos me miraban atenta.
- No pues, tiene que ser poco a poco... hay que prepararla bien, sino le va a doler... dije y bebí más vino, ella se terminó su copa y se sirvió más.
- Y ¿Cómo iniciarías a una chica miedosa?... como yo, por ejemplo... dijo con interés.
A esas alturas creo que yo tampoco me diferenciaría mucho de Javier, con el tremendo trasero de Mili, quizás yo la perforaría en una y la cabalgaría salvajemente para exorcizar el recuerdo de todas las veces que mis ojos siguieron el vaivén de sus caderas.
- Bueno... dije conteniendo la saliva, ya que el solo pensar que yo podría inaugurar su culito se me hacía agua la boca, así que hable sin mayores preocupaciones: Primero yo usaría algún gel que te ayudara a lubricar y dilatar tu anito... te untaría el gel y pondría un poco en mis dedos... después, mis dedos masajearían tu anito hasta que te relajes y poco a poco iría introduciéndote mi dedo meñique...
Ahora era evidente que yo no era el único excitado, la vi morderse los labios, su mano sobre su pecho se movía sigilosa, pero con cierto nerviosismo.
- ¿Sí? ¿Y qué más?... preguntó con cierta ansiedad.
- Dejaría mi dedo meñique adentro... como para que te acostumbres a tenerlo dentro de ti... luego lo sacaría y lo metería lentamente... simulando el acto sexual...
Al mencionar esto me pareció ver como contraía sus muslos, como imaginándose que en realidad yo lo hacía y al parecer no le fue desagradable. Creo que hasta lo disfruto.
- ¿Y para qué harías eso?... dijo conteniendo su nerviosismo y bebiendo más vino.
- Para ayudar a dilatar tu anito... después cuando el meñique entre y salga sin mayor resistencia, lo sacaría e introduciría un dedo más grande... así uno por uno hasta que tu esfínter se acostumbre y no sufra cuando... cuando finalmente le introduzca mi pene... dije con voz suave, quería darles mayor efecto a mis palabras… Y surtieron efecto, la vi retorcerse un poco, podría jurar que su conchita se había mojado.
- No te creo... dijo ella intentando calmarse.
- ¿Por qué?... repuse saliendo un poco de mi excitación.
- Aun así dolería...
- Tal vez un poco, pero no demasiado...
- No... No te creo... repitió con cierto nerviosismo, propio de su excitación.
- Si no lo has intentado, ¿Cómo sabes si te dolería o no?... replique.
- Bueno... no sé... ¿Acaso tienes una de esas cremas aquí?...
No lo podía creer, prácticamente me estaba pidiendo que le hiciera una demostración. Mi fantasía podría realizarse: ¡Ser el primero en romper el, por muchos codiciado, culito de Mili!
- Si, tengo una en mi cajón... repuse intentando serenarme.
- ¿Qué estoy diciendo?... dijo como arrepintiéndose, luego repuso... Y cómo, ¿Cómo sería?, ya, bueno, digamos que, a manera de prueba, dejo que hagas todo lo que has dicho, porque alguna vez tengo que hacerlo... mira que si dices algo te mato... en fin, ¿Cómo sería?... mejor termina de explicarme... dijo nerviosa.
Era obvio que Mili estaba súper excitada por lo que le describí. En este momento no podía dejarme ganar por mi ansiedad y abalanzarme sobre ella o espantarla de otra forma. Si quería disfrutar de su estrecho ano y tener su enorme culo entre mis manos, tenía que calmarme... tenía que darle el puntillazo final para que ella cayera y no dudara en dejarme proceder...
- Como tu anito estaría completamente lubricado y flexible, mi pene también untado con gel, se deslizaría sin mayor oposición, claro que lo metería de a pocos... considerando que mi pene no es tan grueso, tu anito sufriría menos... a decir verdad, sería mejor que un pene delgado ayude a dilatar tu esfínter...
- Si, sí tienes razón... Javier la tiene gorda y sí, si lo dejo a él... me va a romper toda, ese loco desesperado... pero, ¿puedo?...
- Dime...
- ¿Puedo verla?... muéstramela... no vaya a ser que yo acepte y resulte que tienes un pene más grueso... dijo con cierta excitación, era obvio que había descubierto mi erección y eso la había calentado más aún.
Con nerviosismo me desabotoné el pantalón, casi disparada salió la cabeza de mi pene, ella se encargó de sacar el resto.
- Vaya, ¡Si es más larga!, un poco más delgada, ¡Pero no tanto!... exclamó sorprendida.
Creí que se arrepentiría, maldije mi infortunio: Será otra paja más... pensé... pero no fue así, Mili llegó al punto en que no hay marcha atrás, su conchita debía estar empapada. Disimuladamente sobaba su entrepierna intentando acallar esa picazón que incrementaba en sus intimidades...
- No importa, tengo que saber cómo es, si no es ahora, nunca... dijo como justificándose.
No creo que sienta gran remordimiento por serle infiel al aventurero de Javier que, conociéndolo, le habría puesto los cuernos a Mili más de una vez, buscando refugio en sus amigas cariñosas cada vez que Mili le negaba su culito. Yo no me sentía tan culpable, después de que adiestrara el ano de Mili, seria Javier quien disfrutaría de todo el sexo anal que quisiera con ese enorme trasero. Al fin y al cabo, él saldría ganador, así que digamos que le estaba haciendo un favor...
- ¿Dónde está la crema?... preguntó con ansiedad.
- ¿Ah?, ¡Oh!, si, si... por acá la tengo…
Con el pantalón que se me caía busqué en mi mesa de noche. Tenía una provisión de crema para cuando desvirgara el culito de mi novia... fugazmente pensé en ella, pero hombre y débil al fin, ante la posibilidad que se presenta una vez en la vida... no me iba hacer para atrás... imagínense a J-Lo en su dormitorio, desnuda, en la pose del perrito, pidiéndoles, casi rogándoles que se le metan por el culo... ¿Uds. se negarían?... sí dicen que sí y no están mintiendo, los felicito... porque yo no podría negarme...
Ella se paseaba nerviosa, mientras yo más nervioso aún buscaba el gel... hasta que al fin lo encontré... Mili se dio cuenta, y sin tener que decirle nada se fue acomodando en mi cama:
- Ay no sé... ¿Cómo me coloco?... pregunto nerviosa.
- Es mejor que te pongas en cuatro... le dije tragando saliva.
Obedientemente se ubicó como una perrita ansiosa, arrodillándose en la cama primero y luego inclinándose hacia delante hasta que su cabeza tocó el colchón, sus codos apoyados en la cama cubrían su rostro. Sentiría un poco de vergüenza o tal vez no quería que su cara delatara su ansiedad... la observe por unos segundos, aunque su posición no era como la había imaginado porque su espalda formaba una joroba, aun así, era una imagen digna de recordar.
Mili un poco impaciente no sabía si bajarse el pantalón deportivo o dejar que yo lo hiciera, su mano nerviosa hizo más de una vez el ademán de querer hacerlo, pero no se atrevía. Así que yo, lentamente fui descubriendo el objeto del deseo de muchos. Ante mí fue apareciendo un bronceado y carnoso trasero, de solo verlo casi se me sale toda la leche, más aún observando la diminuta tanga negra que desaparecía entre sus abultadas nalgas... me quedé sin aliento.
Sin dar mayor pie a que Mili dudara, decidí continuar, tomé su tanguita y la fui bajando suavemente. Su piel se erizó, quizás por el frío o porque era la primera vez que alguien que no fuera su novio la veía así... lo cierto es que, al bajar completamente su tanga, noté que estaba mojada. Al escudriñar un poco en sus intimidades, su lampiña conchita lucia empapada, sus labios vaginales parecían aguardar ansiosos que los penetraran... algún día, pensé.
No quise distraerme, mis manos recorrieron sus redondas formas, ella se retraía un poco, así que continué haciéndolo hasta que la sentí menos tensa... luego separé cuidadosamente sus abultadas nalgas para ver mejor su arrugado anillo, objeto del deseo de muchos universitarios y de cuanto macho la haya conocido u observado. Nuevamente ella endureció sus nalgas, quise darle un palmazo para que las relajara, pero opté por acariciarlas y nuevamente surtió efecto...
- Vamos Danny... apúrate... la escuché susurrar, quizás hablando para sus adentros, pero en el silencio de la noche pude escuchar su ruego.
Esparcí sobre su esfínter el frío gel, que hizo que su piel se pusiera como de gallina. Aún así, no se hizo para atrás, se mantuvo firme, ansiosa esperando que mis dedos hicieran todo lo que dije...
- Danny... me llamó con voz apagada…
- ¿Sí?... respondí temiendo su arrepentimiento.
- Por favor... que solo... que solo sean los dedos... ya sabes no quiero...
- Entiendo...dije con cierta resignación.
Mili estaba excitada pero consciente, no quería finiquitar su infidelidad. No me desanimé, tenía esperanza de que mis caricias la hicieran cambiar de opinión. Al saber que aceptaba sus términos, Mili se relajó más, su espalda que antes formaba una joroba rígida, ahora se iba distendiendo... y ya no ocultaba tanto la cabeza...
Mis dedos masajearon su arrugado esfínter y las zonas adyacentes, con movimientos circulares, luego a manera de espiral, de afuera hacia adentro, presionando suavemente al final, de tal forma que su ano se fuera haciendo a la idea de que mi dedo iba a penetrarla...
Cuando sentí que su estrecho anillo no oponía mayor resistencia, le unté más gel y embadurné mi dedo meñique. Luego mi dedo hizo el mismo recorrido en espiral un par de veces, solo que esta vez presionaba con más fuerza al final y note que su ano cedía fácilmente. Fue entonces que decidí profanar su pequeña cueva... lentamente fue ingresando mi dedo hasta la uña...
- Ahhhhh... la escuché exclamar, algo sorprendida, pero a la vez excitada.
Mili se contrajo, apretando las nalgas y a su vez su esfínter presiono mi dedo... fue un acto reflejo que poco a poco fue calmando, dejándome proseguir... mi dedo hacía un corto trayecto de ida y vuelta, sin sacarlo, desde el comienzo hasta el final de la uña, un temblorcillo recorrió su cuerpo. Cuando su cuerpo cedió, mi dedo fue ingresando poco a poco, repitiendo la misma operación... hasta que su ano se comió gustoso todo mi dedo meñique...
Se movía algo nerviosa, separó un poco las piernas, como para que sus carnosas nalgas se abrieran y dejaran que mi dedo ingresara sin dificultad. Su espalda por momentos se arqueaba dejándome observar su esplendoroso trasero en toda su dimensión... Mili aún no se atrevía a voltear para ver como desfloraba su hasta hace poco virginal ano.
Mi dedo meñique hacía un recorrido más largo, desde la mitad del dedo hasta el final, hasta donde su arrugado anillo me lo permitía. Al principio las incursiones eran lentas, luego, a medida que su ano se hacía más flexible, lo fui haciendo con mayor rapidez, simulando la penetración real del acto sexual... y sentí que Mili comenzaba a disfrutarlo...
Era momento de que otro dedo hiciera su incursión. Saqué el meñique, observé el descontento que causó en su cuerpo que se había acostumbrado a aquel intruso. Unté el índice con gel y esparcí más en su pequeño agujero. Mi dedo repitió las mismas maniobras... y todas fueron bien aceptadas por el cada vez más dilatado y flexible ano de Mili.
Cuando saqué el índice, fue ella quien siguió su recorrido hacia atrás, para no dejarlo ir. Contuve su trasero con mi mano, así Mili entendió que era el turno de un dedo más grande: el dedo medio. Aguardó ansiosa su ingreso. Lo fui introduciendo lentamente y ella misma hizo el recorrido hacia atrás... insertándoselo más...
- Uhmmm.... gimió nerviosa notando que el nuevo inquilino en su ano era más grande.
Podía decir que disfruto cuando mi dedo medio estuvo todo adentro, más aún cuando su recorrido simulando el acto sexual era más rápido. La veía mover su cabeza nerviosa... tal vez mordiéndose los labios, evitando que algún gemido suyo la delatara por completo.
Cuando mi dedo medio fue pan comido para su goloso ano, decidí introducir dos dedos a la vez. La vi impaciente aguardando lo que seguía. No escuche ninguna queja por mi labor (sus ahogados gemidos y su profunda respiración me lo confirmaban) pero tampoco había ninguna palabra que dejara de lado aquel acuerdo de solo usar mis dedos en su adiestramiento anal...
Fui introduciendo el índice y el anular a la vez, su voluminoso trasero fue escapando, temeroso de esta nueva incursión... sin embargo, cuando los dos estuvieron dentro suyo, su huida acabó. Su cabeza se enterró nuevamente entre las sábanas, al fin pude ver su rostro, apoyado de lado sobre la cama, cubierto por sus negros cabellos, sus mejillas encendidas, acaloradas, en sus carnosos labios una mueca de dolor y placer, sus ojos entrecerrados lagrimeaban...
- Ayyy... uhmmm.... ahhhh... la escuchaba quejarse, gemir, suspirar.
No solo yo hacía los movimientos de ingreso y salida, ella también se unía a mí accionar, moviendo su trasero, dejando que mis dedos le entraran hasta la raíz... Se levantaba, con sus manos apoyadas sobre la cama, sus dedos estrujaban las sábanas transmitiendo su dulce dolor y todo su placer, arqueaba la espalda, abría más sus muslos... me mostraba todos sus atributos.
- Uhhh.... ohhhh.... gemía Mili ahora, sin reprimirse.
Estaba enloqueciendo, veía su tremendo trasero ir y venir, su voz disfrutando de mis caricias, su cuerpo estremeciéndose... pero no escuchaba nada que me permitiera clavármela de verdad, dejarme de esos inocentes juegos. Quise apurar la situación; saqué mis dos dedos... pasaron unos segundos, ella aguardaba en silencio....
- Eso es todo por hoy... le dije.
- ¿Cómo?... exclamó sorprendida.
Por primera vez volteo completamente y me vio. La observé desde atrás: Mili en cuatro patas, su imponente trasero al aire, sus bien formados muslos, su pantalón remangado hasta la rodilla, igual que su tanga, su blusa a la altura de sus senos... su rostro excitado, sus cabellos mojados, sus coloradas mejillas y en sus ojos una expresión de ruego...
- Que es suficiente por hoy... repliqué.
- No... Vamos un poquito más... mira que falta un poco...
Llegó a tomar una de mis manos, jalándola hacia su trasero, como para que reiniciara mi faena...
- Vamos... exclamó suplicante.
Al principio me contuve, luego cedí, dejé que su propia mano me dirigiera hacia la raja de su trasero. Al verla así tan sumisa, dominada por mis caricias, disfrutando de aquello que hasta entonces les había negado a otros, incluso que se había negado a sí misma por temor... pensé: Que diablos... no debe faltar mucho para que me pida lo que yo quiero.
Agudicé la picazón en su ano, moviendo lentamente mis dedos dentro suyo, ella con desesperación comenzó a moverse hacia atrás, entonces respondí empujando hacia delante, mi mano rebotaba contra sus nalgas... ella se estremecía...
- Ay... uhmmm.... que ricoo.... no aguanto máss... uhmmm... gimoteaba.
- Yo tampoco... repliqué angustiado, incluso comencé a acariciar mi verga. Si no me permite penetrarla, al menos tendré una fenomenal paja con el espectáculo que me da.
Escucho mi exclamación y, sin dejar de moverse, volteo a verme, se sorprendió al ver desenvainada mi tiesa verga. Nuevamente volteo, quizás imaginaba que lo que le proporcionaba placer no eran mis dedos, sino mi pené... esta idea habrá podido más que su conciencia o que su voluntad... fue entonces que finalmente el placer que sentía no le dejó más remedio...
- Uhmmm... ya no puedo máss... uhmmm... no puedo máss... gemía desesperada... métemela.... vamos... métemela...
- ¿Qué?... ¿Pero tu...?... exclamé incrédulo.
- Olvida lo que te dije... me recriminó Mili e insistió en su pedido... solo métemela... por favor... hazlo... vamos... métemela... casi gritó, loca de placer.
Me despojé como pude del pantalón, subí a la cama y arrodillado me ubiqué detrás de ella. Casi me da un infarto al verme ante semejante panorama: sus enormes caderas y sus redondas nalgas iban estrechándose a medida que llegaban a su cintura... como para tomarle una foto.
- Que esperas... yaaa.... hazloo... por favooor... mémetelaaa... me suplicó Mili.
Tome todo el gel que pude y se lo embadurné, me eché el restante, introduje mis dedos para hacerme espacio... ella disfrutó al tener nuevamente mis dedos expandiendo su ano.
- Uf... que bien... que ricoo... métemelo... vamos...
Saqué mis dedos y fui introduciendo la cabeza de mi pené, que ingresó sin mayor dificultad hasta la mitad, de ahí en adelante forcejeé un poco... con mi excitación no me di cuenta que no tenía que proceder tan bruscamente...
- Auuu... uhmmm... espera... uhmmm... se quejó Mili.
Entendiendo que sus traumas respecto al sexo anal podían volver, acaricié sus nalgas y su espalda para apaciguarla, luego procedí con mayor suavidad. Repetí el mismo ejercicio que realicé con mis dedos... y su ano fue cediendo... más lentamente que antes, pero con mayores gestos de aprobación de su parte...
- Ay... ayyy... sí... asííí... despaciiito... uhmmm...
Cuando mi pené iba por la mitad, Mili volteo a verme; su rostro lucía excitado pero incrédulo, seguro no podía creer que se la estaban clavando por el ano y que lo estaba disfrutando... Su expresión me excitó y tomándola de la cintura le empujé un cuarto más de verga.
- Ahhhh.... exclamó con la boca abierta, tragando aire y haciendo que su pecho creciera, en su rostro una expresión de sorpresa y reproche.
- Lo siento... lo haré más despacio... me excusé.
La vi apoyar un codo, cerrar el puño y morderse un dedo para evitar gritar, yo no me moví... más bien empecé a retroceder lentamente...
- Auuu... no, no, está bien... continúa... ouuu... repuso Mili cuando recobró el aliento.
A pesar de que le dolía, quería seguir teniéndola adentro, perforándola por primera vez... le hice caso y rehice mi camino... ahora sus dedos arañaban las sábanas...
- Ayyyy... me estas rompiendo... auchh... se quejó.
Temí que se arrepintiera, le dije que no le iba a doler, pero su ano era muy estrecho, con semejantes nalgas no quedaba mucho espacio para su pequeño agujero. Comencé a acariciarla, se relajó, al menos su ano no estrechaba tanto mi pene, que ya me comenzaba a doler...
- Siiiigue... aunque me partas... termina... me dijo con voz entrecortada.
- Está bien...
Inicie mis movimientos con cierta oposición de su esfínter. Unté más gel como pude. Su anito lucía rojo, pero poco a poco fue cediendo, con cada ida y vuelta de mis caderas, le iba introduciendo un poco más...
- No, no... Espera... la escuchaba quejarse.
Sin embargo, al poco rato, ella misma se contradecía pidiendo que continuara:
- Está bien... dame más... Ufff... Vamos... uhmmm... ouuuu...
- Ya casi... ya casi entra toda... la animaba.
Cuando al fin pude empujarle mi verga hasta la raíz, ella se desmoronó; sus codos y su cabeza presionando la cama, sus manos haciendo puños... así ella soportó la última arremetida...
- Ay... caraj... suaveee…
Quiso huir, pero mantuve mis manos aferradas a su cintura, quería que sintiera toda mi verga dentro suya, perforándole las entrañas... que se acostumbrara a ser clavada...
- Ayayaay... sueltameee...
- Esperaa... que ya va a pasar...
- Salvaje... no te diferencias mucho de Javier... me increpó.
- A diferencia de él... yo te tengo clavada por el ano... respondí con sorna.
- No por mucho... exclamó con cierto enfado.
Intentó salirse, pero nuevamente le empujé mi verga hasta la raíz, sus abultadas nalgas chocaron contra mi ingle, el temblor que originó este choque en su carnoso trasero se propagó por sus caderas, su columna se contrajo:
- Ohhhh... suspiró hinchando sus pulmones.
Intentó huir y nuevamente me la clavé. Durante unos segundos repetimos esa operación que pasó de ser un forcejeo a un incipiente acto sexual. Cada shock eléctrico que le producía mi pené perforándola la hacían desistir de escapar. Su ano más elástico me permitía ingresar y salir con menor dificultad. Ahora ella no huía, sino que empujaba su trasero hacia mí, cada vez con más fuerza, y yo también arremetía contra Mili... el dulce sonido del golpeteo de sus abultadas nalgas contra mi ingle fue uniéndose a sus gemidos que iban en aumento.
- Uhmmmm.... ahhhh.... la escuchaba gemir.
- ¿Te gusta?... me atreví a preguntar.
- Sííí... me encanta... ¿Cómo no hice esto antes?... uhhh... respondió súper excitada.
Mis manos en su estrecha cintura guiaban su voluminoso trasero contra mi ingle, veía desaparecer mi largo pene entre sus redondas nalgas. Los movimientos eran cada vez más rápidos y fuertes, el sudor nos invadía. Sus gemidos, mi respiración, sus nalgas chocando contra mí, la cama chirriando, todos estos sonidos inundaban armoniosamente mi cuarto...
- Asíííí, asííí... hay que reviento... acábame....
- Ya casi... respondía, sintiendo mi torrente de leche próximo a salir.
En un último empujón, en que le enterré hasta el fono mi musculosa verga, ella se contrajo toda, su espalda arqueada a más no poder, con sus dedos desgarrando mis sábanas, fue entonces que mi pene inundó por primera vez su pequeño agujero con semen hirviendo.
- Ohhhh.... fue su última exclamación antes de dejarse caer a un lado.
Su cuerpo disfrutó por primera vez de un salvaje orgasmo proporcionado por el sexo anal. Mili, recostada de lado, respiraba forzosamente, entre la maraña de sudor y cabellos, su rostro encendido aún saboreaba todo el placer que le había proporcionado aquella experiencia.
Contemplé maravillado sus entreabiertos muslos, por sus nalgas aun escurría mi blanquecino semen. Era para estar satisfecho, aquel monumento de mujer había sucumbido ante mí...
Cuando ella al fin abrió los ojos, me miró incrédula, no dando fé a lo sucedido... no creía que aquello que se negó a hacer durante tanto tiempo pudiera depararle semejante placer...
Me observó, con mi expresión satisfecha y mi pecho aun jadeante, con mi semi erecto pene que aún tenía algunos líquidos. En un último arranque pasional, se arrastró entre mis sábanas hasta llegar a mi pene y mamarlo en agradecimiento por todo el placer que le había proporcionado.
Esa chica que más de uno ansió poseer, se convirtió en una especie de ninfómana debido al adiestramiento anal que le di. La chupaba con gran pasión, se desvivía por acariciarlo, lamerlo hasta limpiarlo completamente. Solo me atreví a acariciarle el cabello y observar su semidesnudo cuerpo. Finalmente se hizo a un lado...
- Vaya... no puedo creer lo que hicimos... dijo suspirando.
- Yo tampoco...
Como volviendo en sí, luego de un ataque de locura, se apartó un poco, cubriendo parte de su desnudez con mis sábanas... volvió a su estado racional, ese en el que las culpas y arrepentimientos tienen lugar, donde mora la conciencia...
- Júrame que no se lo vas a decir a nadie... me dijo preocupada.
- Está bien... respondí intentando calmarla.
- ¡Júramelo!...
- Lo juro... le dije, y solo así vi que se tranquilizaba.
Hubo un incómodo silencio, no sabíamos qué hacer o decir. Decidí dejarla unos momentos sola, hice un ademán de que iba a salir, no me dijo nada. Fui al baño, me limpié mis partes íntimas, esperando que Mili se calmara y que, al menos, al regresar, parte del bochorno se le hubiera pasado.
Ref.: Por AdrianReload - TodoRelatos.
Un amigo, Javier, llegó a ser su novio. Era un tipo divertido, pero también mujeriego. Mili conocía su fama y aun así lo aceptó, quizás pensaba que su curvilíneo cuerpo cambiaría su promiscuidad. Poco me importó, yo tenía novia, así que pensé: Bien por Javier, y que disfrute de ese jugoso trasero... por cosas del destino, sería yo el primero en disfrutarlo...
Poco después coincidí con ella en un curso. Debíamos presentar informes casi todas las semanas. Yo no conocía a nadie en ese salón, creí que a Mili le iría mejor, pero al final de la clase ella se me acercó y me preguntó si tenía compañero. No me hice ilusiones, pensé que me quería agrupar con algún amigo o amiga suya que estuviera solo.
- No, todavía no tengo compañero... respondí sin mayor interés.
- Bueno, yo tampoco... te parece si lo hacemos juntos...
Tome sus palabras en doble sentido, me hubiera abalanzado para hacerlo ahí mismo, pero no se refería a eso. Mili se dio cuenta de cómo sonó su propuesta y antes de que yo dijera algo, repuso:
- Me refiero al trabajo... No seas mal pensado... dijo sonriendo, un poco sonrojada.
- Si, me parece bien... respondí devolviéndole la sonrisa.
Así nos fuimos haciendo amigos. Íbamos a su casa o a la mía a hacer los informes y presentarlos casi a la hora de entrega.
Casi al final del ciclo, Mili fue a mi casa a terminar un informe, creímos que nos tomaría tiempo, así que decidió quedarse. El trabajo no fue difícil, terminamos a las 2 de la madrugada. Pensé que se iría, hasta ofrecí llamarle un taxi, pero Mili prefirió quedarse. Se habían escuchado casos de taxistas violadores últimamente, usaban un polvillo para adormecer a sus pasajeras y luego se deleitaban con ellas. Hoy agradezco que se quedara y maldigo mi torpeza por casi dejarla ir.
Nos quedamos conversando en mi cuarto, le ofrecí un refresco, pero...
- ¿No tendrás un vino?... me pregunto con sonrisa coqueta.
Baje al primer piso, saque un par de botellas del minibar, cogí unas copas de la cocina, sin hacer ruido, porque mis padres dormían y no quería arruinarme la fiesta.
Con el vino, la conversación fue más amena. Nunca hablamos de cosas personales pero esa noche hablamos hasta de sexo. Me hizo prometer que nunca le contaría a nadie lo que esa noche hablamos (después me haría prometer que no le contara a nadie lo que hicimos). Aunque un poco cohibida al principio, luego fue hablando sin complejos. Con el vino en la sangre y la conversación sexual, mi pene se iba endureciendo, más aún con Mili y su redondo trasero hundiéndose en mi cama. Temí que fuera evidente lo tieso que tenía mi entrepierna.
Llegó el momento de hablar de Javier y como les iba en la cama. Con una copa más de vino y bajo otra promesa solemne de silencio de mi parte, me habló de sus intimidades con él:
- Bueno, sí, es evidente que ya lo hemos hecho varias veces... me dijo sin tapujos.
¡Maldito suertudo!, ¡Llevan poco tiempo juntos y ya lo hacen como conejos!... ella noto mi expresión:
- ¿Por qué esa cara? ¿Acaso no lo has hecho aún con tu novia?... preguntó curiosa.
- Si lo he hecho, solo que pasaron 5 meses antes de que fuéramos a la cama...
- ¿Y por qué tanto?... me dijo sonriendo.
- Ella quería estar segura que yo estaba realmente interesado y que no buscaba solo placer.
- Vaya, ¡Se te habrán hinchado las pelotas en esos 5 meses!... me dijo sonriendo.
- Jajaja, sí, pero bueno, valió la pena, a pesar de que ella no tenía experiencia...
- ¿Qué?, ¿No me digas que tú la desfloraste?...
- Si, su familia siempre fue sobreprotectora con ella...
- Así que tú echaste a perder a esa pobre niña... me dijo bromeando.
- Jaja, puede decirse, prefiero decir que sus padres me la cuidaron bien...
- Jajaja, pero, vamos, cuéntame más de eso... insistió curiosa.
- Como dije, ella no tenía experiencia, pero la forma como se entregó, esa ternura, esa pasión... pero bueno, hay cosas que aún no hacemos porque le da vergüenza...
- ¡Sátiro! ¡Mañoso!... que cosas le querrás hacer a la pobre chica... me dijo riendo.
- Jajaja, nada malo, tú sabes, hay más de un par de posiciones para hacerlo... respondí.
Por primera vez hablaba tan abiertamente de sexo con una chica, a la que quería practicarle más de una posición. No me importaba que fuera novia de un amigo, ni tan amigo, compañero de joda puede decirse. Llegué al punto en que olvidé que yo tenía novia.
- Tienes razón. Creo que Javier no puede quejarse... respondió, guiñándome el ojo.
- Lo tienes satisfecho... dije con cierta envidia.
- Si, pero hay algo que todavía no... Mili titubeo, se arrepintió de lo que iba a decir.
- ¿Qué es lo que todavía no?... Pregunté curioso.
- No, no es nada... dijo sonrojándose por primera vez en la noche.
- Vamos, mira que yo te he contado todo... insistí.
- Tienes razón, está bien... pero...
- Si, por tercera vez te prometo que lo que digas no sale de aquí... dije con tedio.
- Por tu bien espero que sea así... respondió, mostrándome un puño juguetonamente.
- Pero vamos, cuéntame... ¿Qué es lo que aún no hacen?...
- Javier tiene cierto gusto por el sexo... nuevamente Mili titubeo.
- Continua... insistí.
- Bueno... él quiere hacérmelo por atrás... dijo con vergüenza, luego tomó más vino.
- ¿Sexo anal?... pregunté incrédulo, porque creí que ya lo habrían hecho, viendo el inmenso trasero que ella tenía, cualquiera pensaría en metérselo por allí.
- Si, sexo anal... dijo Mili más suelta y agregó: Nunca lo he hecho... ¿Pensaste que sí?...
- Como estuviste de acuerdo en que hay más de una forma de hacerlo, creí que tú habías hecho eso... respondí, imaginándome detrás de ella, perforándole su aún estrecho ano. Mi verga estaba más dura que nunca, acomodé mis piernas para disimular mi erección.
- Pues no, aun no me he atrevido. Mis otras parejas también me lo pidieron, pero... como que me dio miedo... no sé qué fijación tienen esos mañosos con mi pobre culito...
¿Culito?, pero si tienes un ¡CULASO!... quise gritarle. Todos en la facultad fantaseaban con romperle el culo en una buena cogida, y ella no se daba cuenta que, hasta los más recatados profesores, al menos de reojo, la veían meneando su cola con su coqueto andar...
- ¿Y por qué el miedo?... pregunte volviendo a mis cabales.
- Porque puede ser doloroso... me gustaría complacerlo, él ha insistido mucho... pero...
- ¿Pero qué?
- No sé, Javier es un poco tosco... con decirte que la primera vez que lo hicimos me la metió toda de frente, ni siquiera espero que me mojara... es un desesperado...
Quise reírme, pero debía comprender a Javier, tanto tiempo estuvo detrás de ella, que al tenerla no se aguantó y se la clavo lo más rápido que pudo, como para que no se le escape... no dije nada y Mili continuó quejándose:
- Me dolió, pero me hice la tonta... imagínate si acepto que me la meta por ahí, me va a desgarrar mi pobre anito...
Oyendo lo que decía, mi verga estaba por explotar, la leche casi manchaba mi ropa interior.
- Ni que Javier la tuviera tan grande... dije con sorna.
- Bueno, no es tan grande, pero si la tiene gordita... me dijo haciendo gestos con la mano para darme a entender de qué tamaño era y que tan gorda la tenía.
- Ah... me limité a decir, quizás con una sonrisa burlona, porque me pareció que mi amigo no era tan aventajado como presumía. Ella noto mi expresión.
- ¿Qué? ¿Por qué ese gesto? ¿Cómo es la tuya?... me preguntó entre enfadada y curiosa.
Quise sacarla y mostrársela, total, estaba recontra dura... pero me contuve y me limite a decir:
- Quizás no sea tan gorda… pero si es más larga...
- Vaya, bien por tu novia, estará feliz... me dijo sonriendo.
- No puede quejarse... respondí con cierto orgullo.
- Y dime... ¿Tú ya le has practicado sexo anal?...
- No, todavía no. Como te digo aún se avergüenza de algunas cosas, pero poco a poco, es una tarea que aún tenemos pendiente...
- Pero tú ya se lo has hecho a tus otras novias...
- Si, a un par. Tampoco querían al principio, por vergüenza, temor al dolor... pero al final lo hicimos y una de ellas se volvió adicta y solo quería que lo hagamos por ahí.
- ¿Tanto así?... preguntó sorprendida y acalorada, al parecer el vino y la conversación no solo me afectaba a mí, podía decir que le comenzaba a picar su arrugado anillo.
- Si, y la otra no se hizo mayores problemas después, aceptaba gustosa tener sexo anal...
- ¿En serio?... y digamos ¿Cómo harías para introducírsela a tu novia?... en una no se la vas a meter toda, como hace el salvaje de Javier...
La veía preguntar con una curiosidad que iba más allá del querer conocer, con una mano sobre el pecho, parecía que se estaba excitando. Sus ojos me miraban atenta.
- No pues, tiene que ser poco a poco... hay que prepararla bien, sino le va a doler... dije y bebí más vino, ella se terminó su copa y se sirvió más.
- Y ¿Cómo iniciarías a una chica miedosa?... como yo, por ejemplo... dijo con interés.
A esas alturas creo que yo tampoco me diferenciaría mucho de Javier, con el tremendo trasero de Mili, quizás yo la perforaría en una y la cabalgaría salvajemente para exorcizar el recuerdo de todas las veces que mis ojos siguieron el vaivén de sus caderas.
- Bueno... dije conteniendo la saliva, ya que el solo pensar que yo podría inaugurar su culito se me hacía agua la boca, así que hable sin mayores preocupaciones: Primero yo usaría algún gel que te ayudara a lubricar y dilatar tu anito... te untaría el gel y pondría un poco en mis dedos... después, mis dedos masajearían tu anito hasta que te relajes y poco a poco iría introduciéndote mi dedo meñique...
Ahora era evidente que yo no era el único excitado, la vi morderse los labios, su mano sobre su pecho se movía sigilosa, pero con cierto nerviosismo.
- ¿Sí? ¿Y qué más?... preguntó con cierta ansiedad.
- Dejaría mi dedo meñique adentro... como para que te acostumbres a tenerlo dentro de ti... luego lo sacaría y lo metería lentamente... simulando el acto sexual...
Al mencionar esto me pareció ver como contraía sus muslos, como imaginándose que en realidad yo lo hacía y al parecer no le fue desagradable. Creo que hasta lo disfruto.
- ¿Y para qué harías eso?... dijo conteniendo su nerviosismo y bebiendo más vino.
- Para ayudar a dilatar tu anito... después cuando el meñique entre y salga sin mayor resistencia, lo sacaría e introduciría un dedo más grande... así uno por uno hasta que tu esfínter se acostumbre y no sufra cuando... cuando finalmente le introduzca mi pene... dije con voz suave, quería darles mayor efecto a mis palabras… Y surtieron efecto, la vi retorcerse un poco, podría jurar que su conchita se había mojado.
- No te creo... dijo ella intentando calmarse.
- ¿Por qué?... repuse saliendo un poco de mi excitación.
- Aun así dolería...
- Tal vez un poco, pero no demasiado...
- No... No te creo... repitió con cierto nerviosismo, propio de su excitación.
- Si no lo has intentado, ¿Cómo sabes si te dolería o no?... replique.
- Bueno... no sé... ¿Acaso tienes una de esas cremas aquí?...
No lo podía creer, prácticamente me estaba pidiendo que le hiciera una demostración. Mi fantasía podría realizarse: ¡Ser el primero en romper el, por muchos codiciado, culito de Mili!
- Si, tengo una en mi cajón... repuse intentando serenarme.
- ¿Qué estoy diciendo?... dijo como arrepintiéndose, luego repuso... Y cómo, ¿Cómo sería?, ya, bueno, digamos que, a manera de prueba, dejo que hagas todo lo que has dicho, porque alguna vez tengo que hacerlo... mira que si dices algo te mato... en fin, ¿Cómo sería?... mejor termina de explicarme... dijo nerviosa.
Era obvio que Mili estaba súper excitada por lo que le describí. En este momento no podía dejarme ganar por mi ansiedad y abalanzarme sobre ella o espantarla de otra forma. Si quería disfrutar de su estrecho ano y tener su enorme culo entre mis manos, tenía que calmarme... tenía que darle el puntillazo final para que ella cayera y no dudara en dejarme proceder...
- Como tu anito estaría completamente lubricado y flexible, mi pene también untado con gel, se deslizaría sin mayor oposición, claro que lo metería de a pocos... considerando que mi pene no es tan grueso, tu anito sufriría menos... a decir verdad, sería mejor que un pene delgado ayude a dilatar tu esfínter...
- Si, sí tienes razón... Javier la tiene gorda y sí, si lo dejo a él... me va a romper toda, ese loco desesperado... pero, ¿puedo?...
- Dime...
- ¿Puedo verla?... muéstramela... no vaya a ser que yo acepte y resulte que tienes un pene más grueso... dijo con cierta excitación, era obvio que había descubierto mi erección y eso la había calentado más aún.
Con nerviosismo me desabotoné el pantalón, casi disparada salió la cabeza de mi pene, ella se encargó de sacar el resto.
- Vaya, ¡Si es más larga!, un poco más delgada, ¡Pero no tanto!... exclamó sorprendida.
Creí que se arrepentiría, maldije mi infortunio: Será otra paja más... pensé... pero no fue así, Mili llegó al punto en que no hay marcha atrás, su conchita debía estar empapada. Disimuladamente sobaba su entrepierna intentando acallar esa picazón que incrementaba en sus intimidades...
- No importa, tengo que saber cómo es, si no es ahora, nunca... dijo como justificándose.
No creo que sienta gran remordimiento por serle infiel al aventurero de Javier que, conociéndolo, le habría puesto los cuernos a Mili más de una vez, buscando refugio en sus amigas cariñosas cada vez que Mili le negaba su culito. Yo no me sentía tan culpable, después de que adiestrara el ano de Mili, seria Javier quien disfrutaría de todo el sexo anal que quisiera con ese enorme trasero. Al fin y al cabo, él saldría ganador, así que digamos que le estaba haciendo un favor...
- ¿Dónde está la crema?... preguntó con ansiedad.
- ¿Ah?, ¡Oh!, si, si... por acá la tengo…
Con el pantalón que se me caía busqué en mi mesa de noche. Tenía una provisión de crema para cuando desvirgara el culito de mi novia... fugazmente pensé en ella, pero hombre y débil al fin, ante la posibilidad que se presenta una vez en la vida... no me iba hacer para atrás... imagínense a J-Lo en su dormitorio, desnuda, en la pose del perrito, pidiéndoles, casi rogándoles que se le metan por el culo... ¿Uds. se negarían?... sí dicen que sí y no están mintiendo, los felicito... porque yo no podría negarme...
Ella se paseaba nerviosa, mientras yo más nervioso aún buscaba el gel... hasta que al fin lo encontré... Mili se dio cuenta, y sin tener que decirle nada se fue acomodando en mi cama:
- Ay no sé... ¿Cómo me coloco?... pregunto nerviosa.
- Es mejor que te pongas en cuatro... le dije tragando saliva.
Obedientemente se ubicó como una perrita ansiosa, arrodillándose en la cama primero y luego inclinándose hacia delante hasta que su cabeza tocó el colchón, sus codos apoyados en la cama cubrían su rostro. Sentiría un poco de vergüenza o tal vez no quería que su cara delatara su ansiedad... la observe por unos segundos, aunque su posición no era como la había imaginado porque su espalda formaba una joroba, aun así, era una imagen digna de recordar.
Mili un poco impaciente no sabía si bajarse el pantalón deportivo o dejar que yo lo hiciera, su mano nerviosa hizo más de una vez el ademán de querer hacerlo, pero no se atrevía. Así que yo, lentamente fui descubriendo el objeto del deseo de muchos. Ante mí fue apareciendo un bronceado y carnoso trasero, de solo verlo casi se me sale toda la leche, más aún observando la diminuta tanga negra que desaparecía entre sus abultadas nalgas... me quedé sin aliento.
Sin dar mayor pie a que Mili dudara, decidí continuar, tomé su tanguita y la fui bajando suavemente. Su piel se erizó, quizás por el frío o porque era la primera vez que alguien que no fuera su novio la veía así... lo cierto es que, al bajar completamente su tanga, noté que estaba mojada. Al escudriñar un poco en sus intimidades, su lampiña conchita lucia empapada, sus labios vaginales parecían aguardar ansiosos que los penetraran... algún día, pensé.
No quise distraerme, mis manos recorrieron sus redondas formas, ella se retraía un poco, así que continué haciéndolo hasta que la sentí menos tensa... luego separé cuidadosamente sus abultadas nalgas para ver mejor su arrugado anillo, objeto del deseo de muchos universitarios y de cuanto macho la haya conocido u observado. Nuevamente ella endureció sus nalgas, quise darle un palmazo para que las relajara, pero opté por acariciarlas y nuevamente surtió efecto...
- Vamos Danny... apúrate... la escuché susurrar, quizás hablando para sus adentros, pero en el silencio de la noche pude escuchar su ruego.
Esparcí sobre su esfínter el frío gel, que hizo que su piel se pusiera como de gallina. Aún así, no se hizo para atrás, se mantuvo firme, ansiosa esperando que mis dedos hicieran todo lo que dije...
- Danny... me llamó con voz apagada…
- ¿Sí?... respondí temiendo su arrepentimiento.
- Por favor... que solo... que solo sean los dedos... ya sabes no quiero...
- Entiendo...dije con cierta resignación.
Mili estaba excitada pero consciente, no quería finiquitar su infidelidad. No me desanimé, tenía esperanza de que mis caricias la hicieran cambiar de opinión. Al saber que aceptaba sus términos, Mili se relajó más, su espalda que antes formaba una joroba rígida, ahora se iba distendiendo... y ya no ocultaba tanto la cabeza...
Mis dedos masajearon su arrugado esfínter y las zonas adyacentes, con movimientos circulares, luego a manera de espiral, de afuera hacia adentro, presionando suavemente al final, de tal forma que su ano se fuera haciendo a la idea de que mi dedo iba a penetrarla...
Cuando sentí que su estrecho anillo no oponía mayor resistencia, le unté más gel y embadurné mi dedo meñique. Luego mi dedo hizo el mismo recorrido en espiral un par de veces, solo que esta vez presionaba con más fuerza al final y note que su ano cedía fácilmente. Fue entonces que decidí profanar su pequeña cueva... lentamente fue ingresando mi dedo hasta la uña...
- Ahhhhh... la escuché exclamar, algo sorprendida, pero a la vez excitada.
Mili se contrajo, apretando las nalgas y a su vez su esfínter presiono mi dedo... fue un acto reflejo que poco a poco fue calmando, dejándome proseguir... mi dedo hacía un corto trayecto de ida y vuelta, sin sacarlo, desde el comienzo hasta el final de la uña, un temblorcillo recorrió su cuerpo. Cuando su cuerpo cedió, mi dedo fue ingresando poco a poco, repitiendo la misma operación... hasta que su ano se comió gustoso todo mi dedo meñique...
Se movía algo nerviosa, separó un poco las piernas, como para que sus carnosas nalgas se abrieran y dejaran que mi dedo ingresara sin dificultad. Su espalda por momentos se arqueaba dejándome observar su esplendoroso trasero en toda su dimensión... Mili aún no se atrevía a voltear para ver como desfloraba su hasta hace poco virginal ano.
Mi dedo meñique hacía un recorrido más largo, desde la mitad del dedo hasta el final, hasta donde su arrugado anillo me lo permitía. Al principio las incursiones eran lentas, luego, a medida que su ano se hacía más flexible, lo fui haciendo con mayor rapidez, simulando la penetración real del acto sexual... y sentí que Mili comenzaba a disfrutarlo...
Era momento de que otro dedo hiciera su incursión. Saqué el meñique, observé el descontento que causó en su cuerpo que se había acostumbrado a aquel intruso. Unté el índice con gel y esparcí más en su pequeño agujero. Mi dedo repitió las mismas maniobras... y todas fueron bien aceptadas por el cada vez más dilatado y flexible ano de Mili.
Cuando saqué el índice, fue ella quien siguió su recorrido hacia atrás, para no dejarlo ir. Contuve su trasero con mi mano, así Mili entendió que era el turno de un dedo más grande: el dedo medio. Aguardó ansiosa su ingreso. Lo fui introduciendo lentamente y ella misma hizo el recorrido hacia atrás... insertándoselo más...
- Uhmmm.... gimió nerviosa notando que el nuevo inquilino en su ano era más grande.
Podía decir que disfruto cuando mi dedo medio estuvo todo adentro, más aún cuando su recorrido simulando el acto sexual era más rápido. La veía mover su cabeza nerviosa... tal vez mordiéndose los labios, evitando que algún gemido suyo la delatara por completo.
Cuando mi dedo medio fue pan comido para su goloso ano, decidí introducir dos dedos a la vez. La vi impaciente aguardando lo que seguía. No escuche ninguna queja por mi labor (sus ahogados gemidos y su profunda respiración me lo confirmaban) pero tampoco había ninguna palabra que dejara de lado aquel acuerdo de solo usar mis dedos en su adiestramiento anal...
Fui introduciendo el índice y el anular a la vez, su voluminoso trasero fue escapando, temeroso de esta nueva incursión... sin embargo, cuando los dos estuvieron dentro suyo, su huida acabó. Su cabeza se enterró nuevamente entre las sábanas, al fin pude ver su rostro, apoyado de lado sobre la cama, cubierto por sus negros cabellos, sus mejillas encendidas, acaloradas, en sus carnosos labios una mueca de dolor y placer, sus ojos entrecerrados lagrimeaban...
- Ayyy... uhmmm.... ahhhh... la escuchaba quejarse, gemir, suspirar.
No solo yo hacía los movimientos de ingreso y salida, ella también se unía a mí accionar, moviendo su trasero, dejando que mis dedos le entraran hasta la raíz... Se levantaba, con sus manos apoyadas sobre la cama, sus dedos estrujaban las sábanas transmitiendo su dulce dolor y todo su placer, arqueaba la espalda, abría más sus muslos... me mostraba todos sus atributos.
- Uhhh.... ohhhh.... gemía Mili ahora, sin reprimirse.
Estaba enloqueciendo, veía su tremendo trasero ir y venir, su voz disfrutando de mis caricias, su cuerpo estremeciéndose... pero no escuchaba nada que me permitiera clavármela de verdad, dejarme de esos inocentes juegos. Quise apurar la situación; saqué mis dos dedos... pasaron unos segundos, ella aguardaba en silencio....
- Eso es todo por hoy... le dije.
- ¿Cómo?... exclamó sorprendida.
Por primera vez volteo completamente y me vio. La observé desde atrás: Mili en cuatro patas, su imponente trasero al aire, sus bien formados muslos, su pantalón remangado hasta la rodilla, igual que su tanga, su blusa a la altura de sus senos... su rostro excitado, sus cabellos mojados, sus coloradas mejillas y en sus ojos una expresión de ruego...
- Que es suficiente por hoy... repliqué.
- No... Vamos un poquito más... mira que falta un poco...
Llegó a tomar una de mis manos, jalándola hacia su trasero, como para que reiniciara mi faena...
- Vamos... exclamó suplicante.
Al principio me contuve, luego cedí, dejé que su propia mano me dirigiera hacia la raja de su trasero. Al verla así tan sumisa, dominada por mis caricias, disfrutando de aquello que hasta entonces les había negado a otros, incluso que se había negado a sí misma por temor... pensé: Que diablos... no debe faltar mucho para que me pida lo que yo quiero.
Agudicé la picazón en su ano, moviendo lentamente mis dedos dentro suyo, ella con desesperación comenzó a moverse hacia atrás, entonces respondí empujando hacia delante, mi mano rebotaba contra sus nalgas... ella se estremecía...
- Ay... uhmmm.... que ricoo.... no aguanto máss... uhmmm... gimoteaba.
- Yo tampoco... repliqué angustiado, incluso comencé a acariciar mi verga. Si no me permite penetrarla, al menos tendré una fenomenal paja con el espectáculo que me da.
Escucho mi exclamación y, sin dejar de moverse, volteo a verme, se sorprendió al ver desenvainada mi tiesa verga. Nuevamente volteo, quizás imaginaba que lo que le proporcionaba placer no eran mis dedos, sino mi pené... esta idea habrá podido más que su conciencia o que su voluntad... fue entonces que finalmente el placer que sentía no le dejó más remedio...
- Uhmmm... ya no puedo máss... uhmmm... no puedo máss... gemía desesperada... métemela.... vamos... métemela...
- ¿Qué?... ¿Pero tu...?... exclamé incrédulo.
- Olvida lo que te dije... me recriminó Mili e insistió en su pedido... solo métemela... por favor... hazlo... vamos... métemela... casi gritó, loca de placer.
Me despojé como pude del pantalón, subí a la cama y arrodillado me ubiqué detrás de ella. Casi me da un infarto al verme ante semejante panorama: sus enormes caderas y sus redondas nalgas iban estrechándose a medida que llegaban a su cintura... como para tomarle una foto.
- Que esperas... yaaa.... hazloo... por favooor... mémetelaaa... me suplicó Mili.
Tome todo el gel que pude y se lo embadurné, me eché el restante, introduje mis dedos para hacerme espacio... ella disfrutó al tener nuevamente mis dedos expandiendo su ano.
- Uf... que bien... que ricoo... métemelo... vamos...
Saqué mis dedos y fui introduciendo la cabeza de mi pené, que ingresó sin mayor dificultad hasta la mitad, de ahí en adelante forcejeé un poco... con mi excitación no me di cuenta que no tenía que proceder tan bruscamente...
- Auuu... uhmmm... espera... uhmmm... se quejó Mili.
Entendiendo que sus traumas respecto al sexo anal podían volver, acaricié sus nalgas y su espalda para apaciguarla, luego procedí con mayor suavidad. Repetí el mismo ejercicio que realicé con mis dedos... y su ano fue cediendo... más lentamente que antes, pero con mayores gestos de aprobación de su parte...
- Ay... ayyy... sí... asííí... despaciiito... uhmmm...
Cuando mi pené iba por la mitad, Mili volteo a verme; su rostro lucía excitado pero incrédulo, seguro no podía creer que se la estaban clavando por el ano y que lo estaba disfrutando... Su expresión me excitó y tomándola de la cintura le empujé un cuarto más de verga.
- Ahhhh.... exclamó con la boca abierta, tragando aire y haciendo que su pecho creciera, en su rostro una expresión de sorpresa y reproche.
- Lo siento... lo haré más despacio... me excusé.
La vi apoyar un codo, cerrar el puño y morderse un dedo para evitar gritar, yo no me moví... más bien empecé a retroceder lentamente...
- Auuu... no, no, está bien... continúa... ouuu... repuso Mili cuando recobró el aliento.
A pesar de que le dolía, quería seguir teniéndola adentro, perforándola por primera vez... le hice caso y rehice mi camino... ahora sus dedos arañaban las sábanas...
- Ayyyy... me estas rompiendo... auchh... se quejó.
Temí que se arrepintiera, le dije que no le iba a doler, pero su ano era muy estrecho, con semejantes nalgas no quedaba mucho espacio para su pequeño agujero. Comencé a acariciarla, se relajó, al menos su ano no estrechaba tanto mi pene, que ya me comenzaba a doler...
- Siiiigue... aunque me partas... termina... me dijo con voz entrecortada.
- Está bien...
Inicie mis movimientos con cierta oposición de su esfínter. Unté más gel como pude. Su anito lucía rojo, pero poco a poco fue cediendo, con cada ida y vuelta de mis caderas, le iba introduciendo un poco más...
- No, no... Espera... la escuchaba quejarse.
Sin embargo, al poco rato, ella misma se contradecía pidiendo que continuara:
- Está bien... dame más... Ufff... Vamos... uhmmm... ouuuu...
- Ya casi... ya casi entra toda... la animaba.
Cuando al fin pude empujarle mi verga hasta la raíz, ella se desmoronó; sus codos y su cabeza presionando la cama, sus manos haciendo puños... así ella soportó la última arremetida...
- Ay... caraj... suaveee…
Quiso huir, pero mantuve mis manos aferradas a su cintura, quería que sintiera toda mi verga dentro suya, perforándole las entrañas... que se acostumbrara a ser clavada...
- Ayayaay... sueltameee...
- Esperaa... que ya va a pasar...
- Salvaje... no te diferencias mucho de Javier... me increpó.
- A diferencia de él... yo te tengo clavada por el ano... respondí con sorna.
- No por mucho... exclamó con cierto enfado.
Intentó salirse, pero nuevamente le empujé mi verga hasta la raíz, sus abultadas nalgas chocaron contra mi ingle, el temblor que originó este choque en su carnoso trasero se propagó por sus caderas, su columna se contrajo:
- Ohhhh... suspiró hinchando sus pulmones.
Intentó huir y nuevamente me la clavé. Durante unos segundos repetimos esa operación que pasó de ser un forcejeo a un incipiente acto sexual. Cada shock eléctrico que le producía mi pené perforándola la hacían desistir de escapar. Su ano más elástico me permitía ingresar y salir con menor dificultad. Ahora ella no huía, sino que empujaba su trasero hacia mí, cada vez con más fuerza, y yo también arremetía contra Mili... el dulce sonido del golpeteo de sus abultadas nalgas contra mi ingle fue uniéndose a sus gemidos que iban en aumento.
- Uhmmmm.... ahhhh.... la escuchaba gemir.
- ¿Te gusta?... me atreví a preguntar.
- Sííí... me encanta... ¿Cómo no hice esto antes?... uhhh... respondió súper excitada.
Mis manos en su estrecha cintura guiaban su voluminoso trasero contra mi ingle, veía desaparecer mi largo pene entre sus redondas nalgas. Los movimientos eran cada vez más rápidos y fuertes, el sudor nos invadía. Sus gemidos, mi respiración, sus nalgas chocando contra mí, la cama chirriando, todos estos sonidos inundaban armoniosamente mi cuarto...
- Asíííí, asííí... hay que reviento... acábame....
- Ya casi... respondía, sintiendo mi torrente de leche próximo a salir.
En un último empujón, en que le enterré hasta el fono mi musculosa verga, ella se contrajo toda, su espalda arqueada a más no poder, con sus dedos desgarrando mis sábanas, fue entonces que mi pene inundó por primera vez su pequeño agujero con semen hirviendo.
- Ohhhh.... fue su última exclamación antes de dejarse caer a un lado.
Su cuerpo disfrutó por primera vez de un salvaje orgasmo proporcionado por el sexo anal. Mili, recostada de lado, respiraba forzosamente, entre la maraña de sudor y cabellos, su rostro encendido aún saboreaba todo el placer que le había proporcionado aquella experiencia.
Contemplé maravillado sus entreabiertos muslos, por sus nalgas aun escurría mi blanquecino semen. Era para estar satisfecho, aquel monumento de mujer había sucumbido ante mí...
Cuando ella al fin abrió los ojos, me miró incrédula, no dando fé a lo sucedido... no creía que aquello que se negó a hacer durante tanto tiempo pudiera depararle semejante placer...
Me observó, con mi expresión satisfecha y mi pecho aun jadeante, con mi semi erecto pene que aún tenía algunos líquidos. En un último arranque pasional, se arrastró entre mis sábanas hasta llegar a mi pene y mamarlo en agradecimiento por todo el placer que le había proporcionado.
Esa chica que más de uno ansió poseer, se convirtió en una especie de ninfómana debido al adiestramiento anal que le di. La chupaba con gran pasión, se desvivía por acariciarlo, lamerlo hasta limpiarlo completamente. Solo me atreví a acariciarle el cabello y observar su semidesnudo cuerpo. Finalmente se hizo a un lado...
- Vaya... no puedo creer lo que hicimos... dijo suspirando.
- Yo tampoco...
Como volviendo en sí, luego de un ataque de locura, se apartó un poco, cubriendo parte de su desnudez con mis sábanas... volvió a su estado racional, ese en el que las culpas y arrepentimientos tienen lugar, donde mora la conciencia...
- Júrame que no se lo vas a decir a nadie... me dijo preocupada.
- Está bien... respondí intentando calmarla.
- ¡Júramelo!...
- Lo juro... le dije, y solo así vi que se tranquilizaba.
Hubo un incómodo silencio, no sabíamos qué hacer o decir. Decidí dejarla unos momentos sola, hice un ademán de que iba a salir, no me dijo nada. Fui al baño, me limpié mis partes íntimas, esperando que Mili se calmara y que, al menos, al regresar, parte del bochorno se le hubiera pasado.
Ref.: Por AdrianReload - TodoRelatos.
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