Rompiéndole el culo a Mili (9)

Capítulo 9

Como un niño con un juguete nuevo

Tras unos minutos de besos y caricias, nos apartamos, aun cansados pero sin sueño. Los dos recostados de lado, frente a frente, solo nos mirábamos y sonreíamos. Nos negábamos a dar fin a ese mágico momento. Solo ella se atrevió a preguntar:

- ¿Tú crees que esto es normal?, ya sabes, hacerlo tantas veces en una noche…

- Bueno, creo que al principio es así… uno lo hace como conejo… en todos los lugares que puede y en todas las posiciones que puede… ¿No te ha pasado antes?…

- Eso de estar así… tal vez 2 o 3 veces, quizás 4 sea mi record… ¡pero no 6 veces en una noche!... lo tuyo ya es un abuso… me dijo medio en broma medio en queja.

- Pero recuerda quien me provocó en la ducha…

- Esta bien, pero tu ya pareces el conejito de esas pilas Duracell…

Tal vez se me pasó la mano con ella, pero aunque suene torpe, machista y desatinada la analogía, yo estaba como un niño con un juguete nuevo… no me cansaba de ella… no la quería soltar… estaba embaucado, encantado, extasiado con Mili, con su deliciosa silueta, su candente entrega, su graciosa personalidad. No supe cómo expresarlo en ese momento, solo le dije:

- Es que tu me pones así… le expliqué y nuevamente le besé el cuello, a estas alturas veía que esta caricia no surtía tanto efecto como antes, solo me sonreía cariñosamente.

- No, no te va a funcionar… después de esta noche soy inmune a tus tretas… me dijo graciosamente.

Bajo esas circunstancias no funcionaba mi maniobra, creo que primero debía incentivarla un poco y luego si aun estaba algo reacia, besándole el cuello podría darle el puntillazo final... solo en casos de emergencia, en circunstancias extremas usaría esa táctica, no quería que Mili terminara inmune a esa caricia. En ese momento estaba cansado y con la ingle algo adolorida por el uso continuo. Solo quería bromear con la idea:

- ¿Sabes qué?, el número 6 no me gusta… vamos por el 7… le propuse.

- No… llegarás solo al 7… conmigo no cuentes… respondió con mueca de sorpresa y cansancio.

Después de esa breve platica, decidimos abandonar la cama, testigo de la iniciación anal de Mili así como de nuestro último encuentro. Aún era temprano, pero el sol ya esparcía su luminosidad y calor con mayor fuerza.

Mili pidió ducharse sola, no quería tentar suerte, se conformaba con las 6 veces que lo hicimos ese fin de semana. Además, su ano terminó enrojecido, algo irritado, era comprensible que quisiera alejarme de la tentación de llegar al séptimo encuentro sexual de ese fin de semana.

Me duché y al regresar a mi habitación vi a Mili vestida con su pantalón blanco pero con mi camisa, intentaba arreglar su blusa… una cosa era ir a mi casa mostrando un sugerente escote y otra era regresar a la suya, a la vista de sus padres, ellos notarían el maltrato en su blusa.

- ¿Tienes aguja, hilo y botones?... no creo que a mis padres… Ay… ¡mis padres!… les dije que haría un trabajo pero no les avise que me quedaría fuera… estarán preocupados… dijo con aire de culpabilidad.

- Si quieres te presto mi teléfono para que los llames…

- No, es muy temprano, voy a enviarle un mensaje al celular de mi papá… Si me dice algo, pondré de pretexto que fue culpa de la red telefónica que tardó en enviar el mensaje…

Saco de su cartera su celular y al revisarlo, su expresión cambió, primero fue de sorpresa por la cantidad de llamadas perdidas y mensajes… luego fue preocupación al notar que todos eran de sus padres… al final algo de decepción al no encontrar ninguno de Javier… al parecer su amiguita cariñosa lo había tenido tan ocupado como yo mantuve a Mili.

Al principio noté su gesto incómodo por esa desatención de Javier, pero después pareció no darle importancia, total con lo sucedido en mi casa creo que ella se había desquitado suficiente.

Nos dedicamos a coserle los botones a su blusa, aunque quedó bien, era obvio que no eran los originales, además había algunos rasguños propios de la forma brusca en que le había abierto la blusa en el baño de la facultad.

No podía regresar así a su casa. Mili se acordó del polo de mi prima que vio en mi closet y decidió usarlo, era mejor que su blusa. Como me lo imagine le quedó un poco pequeño y apretado, como un top. Como su brassiere roto yacía en el baño de la facultad, ella estaba protegida solo por el polo. Sus pezones eran apenas contenidos.

Luego fuimos a tomar el desayuno. Esta vez no se ofreció a limpiar la mesa, temía por su retaguardia. Mientras yo limpiaba la mesa ella lavaba las tazas.

De espaldas a mí, ella terminaba su labor, sus movimientos no eran tan sugerentes como cuando limpió mi mesa, pero sus formas, sus nalgas… era para comérsela… simplemente me acerque por detrás y la abrace…

- ¿Qué haces?... protestó juguetonamente.

- Nada… me gusta verte así… hacendosa… le dije cariñosamente, sintiendo sus abultadas nalgas cerca de mi entrepierna.

- No vamos a llegar a la séptima… me advirtió risueña.

Parece que Mili ya había sentido el bulto de mi ingle en sus carnosas nalgas, sin embargo no me alejaba de ella. Seguramente le gustaba que le abrazara de esa forma, le gustaba sentirme. Cuando finalizó su labor:

- Gracias… le dije.

- No, gracias a ti… por todo… respondió, luego volteo el rostro, entendí que quería darme un beso y le correspondí.

Estuvimos unos segundos así, hasta que sintió que mi verga iba endureciendose, entonces se apartó…

- No… mantenlo quieto… que se me va hacer tarde… mis padres deben estar preocupados… dijo excusándose.

- Está bien… dije con voz de niño resentido.

- Otra vez será… me dijo cariñosamente y me dio otro beso.

Vaya, pensé que nuestra historia sexual terminaría ese día, sabía que no debía ilusionarme mucho, pero su comentario me estaba dejando una puerta semi abierta, que yo debía tocar o empujar para ingresar… no me estaba negando esa posibilidad…

Se alejó de mí, buscó su cartera y como me vio un poco desilusionado porque no llegamos al séptimo encuentro sexual, me pidió que la acompañe. Pobre Mili, no sabía que el número siete estaba más cerca de lo que ella pensaba.

Caminamos por mi sala, yo detrás de ella observaba maravillado el vaivén de sus caderas, de ese coqueto andar que lucía para mí, sabía que la estaba observando. Estaba dispuesta a salir y así terminar su martirio en mi casa… solo que su vanidad le jugó una mala pasada…

Cerca a mi puerta hay un espejo de buen tamaño, está por encima de un sofá. Mi madre lo puso allí porque quería darse una última revisada a su ropa o su cabello antes de salir, cosas de mujeres… Mili no fue la excepción a ese vistazo final, hizo una última parada frente a ese espejo... mi verga también le tenía reservada una última parada de despedida.

Se miró en el espejo, mientras le daba unos últimos retoques a su maquillaje, yo me ubicaba detrás de ella y la abrazaba. Solo que esta vez mi pene estaba más notoriamente duro y se ubicaba entre sus redondas nalgas.

- Te dije que no vamos a llegar al siete… me dijo sin soltar su cartera en busca de sus implementos de maquillaje, sin embargo sentí que empino un poco las nalgas, no sé si por alerta o por la fascinación que le causaba mi dura verga intentando separar sus gordas nalgas.

- Yo solo te abrazo… me excusé sin dejar de presionar mí bulto en su raja.

Ahora mis manos jalaban su cintura hacia mí, empujando sus nalgas contra mi ingle. Ella no se quejaba, seguía más preocupada en su apariencia. Le besé el cuello, por el espejo pude ver como ahora si surtía efecto, entrecerró los ojos, por un momento se olvidó del maquillaje, luego volvió en sí:

- No Danny ya no… mira que me he tenido que echar crema humectante para aliviar el ardor que tenía… protestó tiernamente.

- Lo siento… es que no puedo dejarte… si quieres te regalo un frasco entero de crema humectante… y yo mismo te la pongo… le dije en graciosa súplica.

- Ay… eres terrible… dijo cediendo un poco, sin embargo se hizo la difícil nuevamente… ya es tarde… tus padres van a llegar.

En otros tiempos eso hubiera hecho menguar mi erección, pero en estas circunstancias; sintiendo el cuerpo de Mili esa excusa no funcionaba. Además eran casi las ocho, era muy temprano.

- Mis padres seguramente llegarán más tarde… le dije subiendo mis manos por su abdomen en busca de sus senos.

- ¿Seguro?... preguntó Mili retrocediendo en su negativa, pero avanzando en la presión que sus nalgas ejercían contra mí.

Mis manos ya no sujetaban ni presionaban su cintura hacia mi entrepierna, sin embargo su trasero seguía empujando contra mi verga. Mili lo estaba haciendo a voluntad, estaba sintiendo mi duro pene entre sus jugosas nalgas y lo estaba disfrutando, quería sentirlo más cerca, abriéndolas más, y por ello no dejaba de ejercer presión. Mis dedos masajeaban sus senos a través de la tela, sintiendo su creciente agitación.

- Estoy seguro de que van a llegar en un par de horas…

- No… nos pueden atrapar… respondió, pero esta idea aumentaba la adrenalina de la situación, por el tono de su voz lo sentí.

- No importa… le dije cerca al oído, besándola detrás de la oreja.

Se estremeció, su cabeza se fue hacia atrás, mientras dejaba que mis manos y mi verga la sobaran a través de su ropa. Quizás la idea del séptimo encuentro no le disgustaba tanto después de todo… o era su última venganza por no recibir llamada ni recado alguno del cornudo de su novio.

- No debemos hacerlo… nos pueden ver… decía visiblemente excitada, pasaba su mano por detrás, tocando mi cintura, sosteniéndola y empujándola por momentos contra su cuerpo.

- Las cortinas están cerradas, en la calle no hay gente… le dije.

No respondía nada, pero sentía la calidez de su cuerpo, la forma como buscaba rozar mi ingle con sus caderas… no se apartaba, me buscaba… tomé eso como un signo de aprobación.

Bajé una de mis manos a su cintura y como pude empecé a bajar su apretado pantalón por un lado… tomó mi mano para impedirlo… sin embargo no ofrecía mayor resistencia… le besé el cuello, movió su cabeza nerviosamente, con sus ojos cerrados… ahora su mano me ayudaba a bajar su pantalón…

- Ayyy… ¿Por qué hago esto?... se preguntaba Mili, sorprendida por su actitud, por esa ansiedad de ser penetrada nuevamente.

Su pantalón ajustado y su pequeña tanga habían dejado escapar sus nalgas que lucían más abultadas. Su mano por encima de mi pantalón masajeaba mi verga, sonreía al sentirla dura… ella sabía que su cuerpo y sus gestos provocaban esas continuas erecciones… para ese momento no sabía quién era el esclavo y quien el amo… quien abusaba de quien… quizás ambos éramos víctimas de las circunstancias…

- Quítate eso ya… me pedía, en alusión a mi pantalón.

No me hice de rogar, me lo bajé lo más rápido que pude, mi verga salió disparada y prácticamente rebotó en sus nalgas. Se sorprendió al sentir su rigidez, y yo me sorprendí al sentir la firmeza de sus nalgas con mi adolorida verga.

Al sentirla, Mili se inclinó un poco, pensé que quería que la penetrara, pero noté que su pantalón aún estaba por encima de su pubis. Sin embargo, al inclinarse, mi verga rozó su ano… un gestito de dolor afloró en sus labios… su mano me apartó, quería que la dejara bajar su pantalón…

- No seas desesperado… me reprochó.

Cuando su pantalón estuvo a la altura de sus rodillas, no aguanté y con mi verga me fui hacia adelante. Mili quiso reaccionar, subir al sofá, pero fue muy tarde, sus piernas aún estaban atrapadas por el pantalón, su intento de saltar al mueble no prosperó, más bien fue repelida al chocar sus rodillas... se fue para atrás… donde mi verga ansiosa y estoicamente parada la aguardaba…

- Ayyy... uhmmm…. Exclamó sorprendida por lo brusco de la acción y la certeza de mi instinto para hacer diana en su agujero.

Quise creer que mi pene se inserto en su ano, pero por la forma rápida en que mi verga prácticamente se deslizó por su interior, la lubricación que tenia era propia de su conchita, además por su gesto noté que el dolor no era producido por una penetración anal.

Mili tenía media verga introducida en su húmeda vagina, su espalda se contrajo un poco por el impacto, sus dedos arañaban el respaldar del sofá.

- Contigo nunca se… ahhh… ahhh…

No la deje quejarse, solo tomé entre mis manos su estrecha cintura y comencé a atraer y alejar sus enormes caderas. Sus labios vaginales, poco usados esa noche, apretaban gustosamente mi verga... agradecidos de que al fin me acordara de ellos…

- Que bien se siente esto… uhmmm… decía Mili.

Ahora mis caderas empujaban hacia delante y sus nalgas rebotaban contra mi ingle. Con su torso inclinado hacia delante y sus manos apoyándose en el mueble, ella resistía mis embates. Por el espejo frente a mí veía como Mili con los ojos cerrados y mordiéndose el labio, quizás para no ser escuchada en la calle, gozaba de mi labor, su polo apretado se iba levantando producto del ir y venir de su cuerpo… sus gordas nalgas vibraban a mi ritmo…

- Ahhh sííí… asíííí…. Ahhhh…. Másss….… pedía Mili.

Ahora la atraía y alejaba con más fuerza, su recorrido era mayor… mis ojos se fijaron en su raja, la forma en que se abría y cerraba cuando mi pene entraba y salía… vi su ano… rosado igual que la crema que le habían untado… sabía que no debía… pero…

- Bájate bien el pantalón… le dije, prácticamente le ordene sacando mi verga, apartándome un poco para dejarla obrar.

Con rostro fogoso me miró por el espejo, no dudó en hacerme caso, bajo su pantalón blanco y su tanguita lo más rápido que pudo, no le importo que se manchara en el suelo. Estaba tan excitada, pensaba que aquel pedido encerraba un cambio de posición, que le permitiría unirse a esa faena…

Se inclinó para liberar una de sus piernas del pantalón, aproveché este descuido, esta inclinación que ponía su ano a mi nivel, para enfundarle mi verga por ese pequeño agujero.

- Ayyyyy… caraj… auuu… bramó adolorida.

En acto reflejo busco huir, subió al mueble, pero yo la seguí, no pudo huir más… arrodillada sobre el sillón, con su cuerpo rígido por el dolor, sus brazos apoyados en la cabecera del sillón, sus manos haciendo puños, su rostro enrojecido y adolorido… y claro, un cuarto de verga en su maltrecho ano…

- Ayayay… eres una mierd… auuuu… ahora sí que me rompiste el culooo… ayyy… dijo sollozando, apoyando su frente en el respaldo del sillón, no dejaría que la viese sufrir a través del espejo.

Mi verga sufrió también las consecuencias, casi la sentí doblarse en este brusco movimiento… pero tenía mi recompensa… Mili estaba encerrada entre mi cuerpo, el sillón, el espejo, la pared… no podría huir… estaba atrapada… yo tenía su cálido agujero y su enorme trasero a mi disposición…

- Ayyy… mi culitooo… auuu…. se quejaba.

Sé que lo mío ya rayaba en la demencia, era una obsesión por poseerla de esa forma… estaba jugando con fuego, tal vez después de aquel brutal acto anal Mili se alejaría definitivamente de mí, quizás sería lo mejor, total después de que ella saliera por mi puerta no era seguro que lo nuestro continuara… o tal vez era un reflejo de mi subconsciente, quería romperle el culo para que nadie más le provocase ese oscuro placer que yo le hice descubrir… menos aun el idiota de Javier… pensarlo me hizo enfurecer…

- No… no… no lo hagas… ayyy…

La primera y forzosa penetración había terminado, acabando de iniciar la ultima faena anal en mi casa… era casi una violación… escuchaba sus lamentos y ruegos pero no me detenía, sin mayor resistencia de su parte y teniendo en mi poder su cintura, seguía clavándole mi verga con más fuerza mientras su espalda se contraía con cada arremetida, ella levantó el rostro, sufrimiento, furia se veían en su expresión…

- Uyyy… ouchhh… ¿Te gusta no?... auuu… seguro la frígida de tu enamorada no te complace tanto… ayyy… dijo en voz entrecortada, poseída por la ira, quizás ya no le importaba si la oían afuera.

- ¡Cállate!… le ordené y le di una palmada en sus temblorosas nalgas.

Presa de la rabia por esa forzada cabalgata anal, buscaba desquitarse con sus palabras, herirme de esa forma. Ella no sabía que eso también me llenaría de ira y que su ano pagaría las consecuencias… me olvidé de lo áspero y doloroso de las penetraciones, solo incrementé mi ritmo de manera despiadada…

- Ayyy… ahhh… ahhh… se quejaba, gemía enloquecida.

Por la furia que me había desatado no me di cuenta que su espalda, la cual antes se encontraba rígida, ahora se arqueaba y había abierto más sus piernas, empinado el trasero procurando recibir mi verga hasta el fondo. Ella también comenzaba disfrutar de este demencial acto anal…

- Ves… ¿Te gusta no? ¿Acaso él te hace gozar así?... le espeté enardecido.

Cual enamorados celosos nos reclamábamos por nuestros otros amoríos, tal vez en aquel salvaje encuentro estábamos desfogando toda la tensión de aquella relación indefinida aun.

- No… no… uhhmmmm… ahhhh… gemía Mili casi sin aliento.

- ¿No qué?... ¿No te gusta? ¿Javier no te hace gozar así?... replique enloquecido.

Su rostro que antes se ocultaba, procurando no verme por el espejo, finalmente dio la cara… su rostro enrojecido por lo agitado de nuestro encuentro, su expresión no era de dolor, era de placer, de un turbio placer…

- Ahhh… Sí me gusta… uhmmm… dijo con tinte de locura.

- ¿Qué más?... le exigí mientras le daba otro palmazo a sus gordas nalgas.

Ahora cabalgaba con mayor fuerza y a pesar de sentirla al borde de desfallecer, Mili empujaba su voluminoso trasero contra mí, rebotando en mi ingle con furia… el sonido producido por este golpeteo, las nalgadas que le di, mis jadeos, sus gemidos, nuestros exaltados reclamos… íbamos a ser afortunados si nadie nos escuchaba, y por lo salvaje del ruido cualquier parroquiano pudo llamar hasta a la policía avisando por una presunta violación… pero no nos importaba, Mili apenas con aire gemía, no podía articular palabras… o no quería darme la razón en mis preguntas… hasta que al fin…

- Uhhhmmmm… No… nadie… ahhh… nadie me lo hace como tú… ahhh… me dijo volteando el rostro mientras su cuerpo temblaba por mis salvajes embistes, quería confesármelo mirándome a los ojos.

Me llenó de satisfacción oírla, sin embargo no quise menguar en el suplicio que le daba, le acaricie la espalda, ella se reconfortó… pero quise ver temblar sus senos, su estrecho polo terminó remangado por encima de sus senos…

- Ahhh… ohhh… uhhmmmm…

Me miró sorprendida por el espejo, no podía creer que mi vigor hacía saltar de esa forma a sus senos, por momentos una expresión de dulce sufrimiento, luego desfalleciente, pero volvía a ser pasional… excitación total, al borde del clímax…


- Acaba… acábameee… ohhh… ahhh…

Sintiéndome a punto de terminar aquel brutal encuentro, mis manos abandonaron su cintura, que iba y venía castigándose sola, y las puse sobre sus hombros, para empujar con mayor fuerza su cuerpo contra el mío, mientras mi verga con ritmo demencial entraba y salía de su ano…

- Ahhhh… yaaa… Uhmmmm… ufff… exclamó siendo invadida por un brutal orgasmo.

Su columna se contraía mientras mi verga escupía semen por séptima vez en sus ardientes intimidades. La raja de su culo terminó abierta de par en par, sus carnosas nalgas arremangadas contra mi ingle.

Exhausto me incliné hacia ella, mis manos soltaron sus hombros y fueron hacia sus senos que aun temblaban de placer, sentía su agitada respiración... Mili se apoyaba con los codos sobre el mueble… con expresión extasiada agradecía mis caricias a sus melones, aun respiraba aceleradamente por la boca….

Cuando su respiración volvió a la normalidad, giró, aun con mi verga en su ano, sus senos desnudos y con expresión pasional, me tomó por el borde de mi camisa, me jalo… la bese….

- No quiero ser solo la que coges cada vez que tienes ganas ¿Entiendes?... me dijo angustiada mirándome con deseo, ternura.

No quería que la viera como mi prostituta personal, aquella que solo usaba para calmar mis deseos carnales. Era evidente que no solo quería ser tratada como objeto, como un cuerpo que sabía despertaba muchas morbosas pasiones en los hombres, quería algo más… una relación amorosa tal vez..

- ¿Vas a terminar con ella?... me preguntó, casi me pidió.

No supe qué responderle… una cosa era el cariño de una relación como la que tenía con Viviana… otra el sexo alocado, el placer llevado a su máxima expresión que sentía con Mili… Tal vez con Mili también podría llegar a esos momentos placenteros de una relación de enamorados, a aquella convivencia armoniosa… en ese momento no supe qué decir… y fui momentáneamente salvado…

El sonido de la puerta de mi cochera abriéndose… alguien la había accionado por control remoto… El auto de mis viejos… Estaban cerca…

- Tenemos que arreglarnos... le dije mientras escuchaba el motor de un auto acercándose.

- Respóndeme… me exigió, casi sollozando, jaloneando mi camisa.

- Está bien… lo haré… dije mirándola fijamente. En ese momento el auto ingresaba en mi cochera…

Sonrió con cierto alivio, alegría… me dio otro beso… luego la alejé rápidamente… escuche el motor del auto apagándose… estaban por bajar…


Ref.: Por AdrianReload - TodoRelatos.

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