Rompiéndole el culo a Mili (14)

Capítulo 14

Al borde del colapso

- ¡Mierd…! ¿Qué hacemos?

- Si tú no sabes… yo menos… repitió sollozante Mili.

Los tablones de las gradas crujían, Javier estaba bajando, entre las rendijas divisamos su silueta. Mi verga aun incrustada en el ano de Mili se iba deshinchando apresuradamente, reduciéndose a su mínima expresión.

Miraba hacia los lados, buscando un lugar donde escondernos pero nada, habían algunos estantes, pero semi vacíos, nada que pudiera cubrirnos completamente. Hasta que vi un closet, pero para nuestro infortunio tenía un enorme candado puesto.

¡Ahora si nos jodimos!... pensaba, mientras sentía el cuerpo de Mili gélido, petrificado, temblando por momentos.

- Danny tengo frío…. Musitaba temblorosa Mili.

Le frotaba los hombros y brazos, la abrazaba por la espalda procurando darle calor, parecía que nuestra suerte estaba echada. Solo me quedaba consolarla, abrigarla. En ese momento solo me preocupaba por ella, ya había dejado de lado cualquier intento de escape.

Si nos vestíamos y fingíamos que estábamos allí de casualidad, nadie se lo creería. La otra opción era que solo yo me vistiera e intentara alejar a Javier, al igual que el otro día en la biblioteca, lo cual sería por demás sospechosos, además Mili no tendría donde esconderse, ¡Diablos, sí, podía funcionar!, simplemente le diría que yo fui primero a buscar el balón... pero era muy tarde…

Escuchaba el barullo cerca de la puerta. Apoyé mi cabeza contra una áspera lona… Caraj… nos van a pillar in fraganti, Javier y todos los que lo acompañen. Diablos… yo puedo liarme con él, eso no es problema, tampoco me importa que los de su equipo me quieran linchar… Mili, cómo va a quedar… mientras Javier forcejeaba la puerta para entrar… yo me daba cabezazos contra la rugosa lona… un momento… la lona… ¡eso es!…

Se trataba de una sucia y enorme lona revestida de material impermeable, que usaban para cubrir el campo del coliseo. Era de buen tamaño y mi cabeza estaba apoyada en una ruma.

Casi no me quedaban fuerzas después de toda la tensión del encuentro deportivo y la lujuria sexual. Mili ni se movía, creo que apenas respiraba, solo sabía que seguía viva por los temblorcillos que deba de cuando en cuando.

Parecía que no encontraban la llave del almacén, eso me daba algunos segundos más… solo que escuché la voz del mocoso ese, el hijo del portero que anunciaba que traía la llave, debía apurarme.

- Mili, ayúdame…

- ¿Qué?... oh… sí… sí… repitió maquinalmente al darse cuenta de mis intenciones.

A duras penas, jaloneamos una ruma de la lona y nos cubrimos como pudimos… yo seguía detrás de ella cubriendo su cuerpo, así adoptamos una posición fetal, para simular ser otra ruma de la lona e intentar pasar desapercibidos. Cuando le daba el último jalón a la lona escuche la perilla de la puerta girar bruscamente y el chirrido de las bisagras. Ya estaban adentro.

Mili volvía a temblar como auto viejo, yo la apretaba más hacia mí para evitar que sus movimientos nos delaten. Escuchaba sus pasos… su conversación… pero por sobre todo sentía las temblorosas nalgas de Mili sobre mi ingle… masajeándome, provocándome una nueva e inoportuna erección.

- Oye… ¿Dónde guardan los balones de fútbol?... preguntaba Javier.

- No sé… por allá creo, por los estantes…

Esos estantes estaban detrás de nosotros, y a pesar de la situación comprometedora en que estábamos yo no podía menguar mi erección, más bien los movimientos de Mili la incrementaban. En esa situación la cabeza racional no manda, la cabeza del pene parece tener vida propia en esos casos.

Mi verga crecía nuevamente dentro del ano de Mili, con mis manos apretaba los melones de Mili que se henchían por la sorpresa de sentirme. Intenté sacarla parcialmente, lentamente, logré sacar una parte… hasta que...

Escuche los pasos de Javier cerca de mi cabeza… aun así mi verga seguía tiesa… cesé mis movimientos… sus pasos se alejaron, no mucho… No lo escuche por segundos, parecieron minutos, horas… luego…

- Acá hay uno… dijo triunfal.

Al fin se iría y nos dejaría terminar lo que mi verga estaba empezando… pensé aliviado… pero…

- Pero está medio desinflado este balón.

Mierd… Lárgate caraj… Quise gritarle.

- Joven… por acá hay otro… replicó el niño.

- ¿Qué tal este?

- Sí, creo que está bien…

Nuevamente los pasos de Javier cerca de mi nuca…estaría camino al niño de espaldas a mi… casi triunfal y alegre por que se iría no lo pensé y le clave a Mili la parte de mi verga que había sacado lentamente, ahora se la incrustaba violentamente.

Sentí sus uñas clavándose en mi pierna, auuu caraj… quise proferir. Su pecho se hinchaba más de lo normal, cambié mi mano de posición. Ahora tapaba la boca de Mili para evitar que gritara o se quejara. Pero creo que hicimos más ruido de lo normal.

- Escuchaste algo… inquirió Javier.

- No… pero… dicen que por acá hay un alma en pena… decía el muchacho asustado.

Yo también había escuchado esa historia, un joven murió a causa de un paro cardiaco en un encuentro de básquet, aquí en el coliseo, y ahora su alma rondaba el almacén. Nunca le di mucha fe a ese cuento, me sonaba más a leyenda urbana, más bien creo que los ruidos eran producidos por otros jóvenes que como nosotros buscaban un encuentro fugaz. Pero si Javier se creía esa historia y salía más rápido, mejor para nosotros.

- No seas tonto… los fantasmas no existen… decía Javier de mal humor.

Sentía las lágrimas de Mili en mi mano, no sé si era por el dolor de la verga que le incrusté criminalmente o por el miedo a que, a pesar de todo, nos descubran.

- ¿Hay alguien ahí?... grito Javier.

Si, yo, mal nacido y le estoy rompiendo el culo a tu ex… ¿era eso lo que esperaba que le respondan?... porque simplemente no se iba y punto… pensaba mientras intentaba no moverme, pero una gotita de leche iba saliendo, producto de la excitación que las carnosas y ahora sudorosas nalgas de Mili me propiciaban. Ella dio otro temblorcillo al sentirla.

- Ves, algo se movió… dijo Javier.

- Vámonos joven… ya tenemos el balón…. Salgamos… repetía lloroso el niño.

Nuevamente sus pasos se acercaron a nosotros… bueno, si así tiene que ser, así será… me dije… aprovecharé su sorpresa para darle algunos golpes… aunque preferiría dejarle el primer golpe, total él era el cornudo.

Sentí un peso, seguro eran las manos de Javier que iban a jalar la lona y descubrir nuestros cuerpos… solo pensaba decirle ¡sorpresa! Y noquearlo para que no se arme el alboroto.

Pero ¿qué es esto?... me dije al sentir que algo se movía sobre mi hombro, parecían sus dedos, creo que estaba tanteando sobre la lona, para saber qué era lo que se movía debajo… pero creo que no se había cortado las uñas…

- Miau…

- Gato de porquería… me pegaste un susto… exclamó Javier.

- Ve, solo era mi gato… déjelo ahí y vámonos… replicó el niño.

- Javier apúrate que mi equipo se enfría… le gritaba de afuera Guille.

- No sé pero aquí hay algo raro… sentenció Javier antes de salir.

Al fin escuché la puerta cerrarse. Mis músculos se relajaron, todos, menos uno que seguía en ristre.

- Ayyyy… eres un idiota… Auuu mi culito…… sollozó Mili en voz baja, al fin pudo proferir las palabras que tenía aguantadas.

- ¿Culito?... tienes un rabo espectacular… dije más cariñoso.

- Tonto… auuu… dijo entre risas, a pesar del dolor que manifestaba no se alejaba de mí.

- ¿Qué puedo hacer para compensarte?... pregunté, pensaba en llevarla a comer, ir al cine o algo, pero ella tenía otra idea.

- Bueno… termina lo que empezaste…. Me dijo con voz sugerente, meneando su enorme trasero en mi ingle.

- Con gusto… respondí.

Alejé la lona que nos cubría lo más que pude, nos hacía sudar como puercos y luego comencé a castigar el glotón ano de Mili. Nuevamente mis manos estrujaban sus inflados senos.

- Sííí… auu… sííí asííí…. Gemía ella, le gustaba ese suplicio.

Yo besaba su cuello, ella se enardecía más, con su brazo jalo mi cabeza hacia ella, nos besamos, mientras yo seguía bombeándole el culo por detrás, sentía sus gemidos entre sus labios, su lengua.

- Más… más fuerte… sííí… sííí…ahhhh… pedía sumisa.

La había convertido en mi esclava anal. La podía someter cómo me diera la gana y seguramente lo hubiera aceptado gustosa, con una sonrisa de oreja a oreja… como ahora aceptaba que le taladrara el culo vehementemente y se atrevía a pedir más… sin importarle que hace pocos segundos hubiéramos estado al borde del colapso emocional… solo importaba satisfacer nuestros apetitos carnales, dejarnos llevar por la lujuria, casi locura, que el sexo anal nos provocaba.

- Oh auuu…. Ahhh… se quejaba, gruñía gustosa.

Levantaba una pierna para permitirle a mi verga incrustarse en su goloso ano sin dificultad, mis dedos estrujaban sus melones, de vez en cuando volteaba la cabeza y su lengua buscaba la mía, para darnos unos excitados besos, entre la agitación de sus melones.

- Ohh… sííí qué placerr…. Ahhh…

Cada vez la penetraba con más fuerza, alejaba mas mi verga y se la empujaba con mayor vehemencia, el trayecto que hacía era cada vez más largo y sin embargo no perdía potencia en mis incursiones. Tan fuertes eran las perforaciones en su ano y tan alejadas, que mi verga perdió el paso y salió de su comelon ano.

- No… no… por favor no… bramo enloquecida, creyendo que la estaba castigando por algo al no permitirle gozar de mi verga en su ano.

No me dio tiempo de reaccionar, tan solo pasó rápidamente una de sus manos por mi entrepierna, tanteó hasta encontrar mi tieso pene, lo agarró con firmeza como para que no se le escape y fue probando, usando mi verga como elástico, en su desesperación no sabía cómo hacer que mi verga entre a su ano nuevamente. Hasta que hizo diana…

- No, no, por ahí no… se quejó tristemente al notar que había ingresado en su vagina.

Sacó mi verga de su conchita y continuó tanteando hasta que lograra meterse mi pene en su pequeño agujero. Yo la dejaba maniobrar como si mi verga fuera un juguete, parecía una loca poseída, se desesperaba, temia que si yo intentaba ayudarla ella me golpeara, a ese punto estaba llegando su demencia anal.

- Sí, aquí está, ahora sí… chilló triunfal cuando mi verga se acerco a su maltratado pero hambriento ano.

Cuando tuvo la certeza que era su ano donde la cabeza de mi pene le cosquilleaba, ella misma procedió a incrustarse violentamente mi verga en su arrugado anillo… Ella misma se lo clavó y se estremeció…

- Oh… sííí… qué delicia… Gimió temblando de placer…

Comenzó a menearse al ver que yo no reaccionaba, incluso me palmoteo en mi cadera para despertarme, para que le siguiera castigando sus gordas nalgas, para que siguiera martillando su vicioso ano.

- Vamos… Por favor… así… pedía estrujándose ella misma los melones.

No fui ajeno a sus súplicas y nuevamente le taladre el ano, empecé lentamente solo para ver como su cuello se tensaba, como se desesperaba, y poco a poco fui incrementando mi ritmo hasta tener una frecuencia infernal…

- Ahhh… ahhh…. Ohhhh…

Su pierna, ya no podía permanecer levantada, estaba casi acalambrada, la bajó, casi entrecruzo sus piernas y abrió lo más que pudo su trasero con una mano, en esa posición sus nalgas eran como dos balones de fútbol. Así, y con la columna medio retraída, el tórax hacia delante, casi sobre el piso, así se dispuso a soportar mis embestidas…

- Ayyy nooo… Uhmmmm…. … auhmmmmm….

La veía temblar, contraerse por momentos, no sabía si era de dolor o placer… se volvió hacia atrás, buscó mis labios… nuevamente liberó sus piernas, con una pierna en el aire, quería que la penetrara más a fondo….

- Ohhh… no aguanto más… ohhh… Me dijo con expresión febril.

Y era cierto, estaba tan sumida en el placer, a tanto llegó su excitación, que vi salpicar chorros desde su entrepierna, la vi estremecerse violentamente, por suerte sus estridentes exclamaciones y gemidos se perdieron entre los vítores de la tribuna… allí mismo habíamos llegado a un placentero y brutal orgasmo.

- Uhmmmm …. Ouuuu…

- Ufff…

Ambos yacíamos desnudos sobre el piso, casi sin aliento, mi verga seguía escupiendo esperma en su goloso trasero, y a pocos centímetros un charco, producto de los líquidos de Mili.

- No puedo creer que me hayas hecho orinarme de placer, que vergüenza…

- Jajaja, no sé si es orina o qué cosa será… Pero vaya que te mojaste…

- Ay te adoro… solo tú me haces acabar así… me dijo cariñosamente y me besó.

Escuchamos el tropel de gente bajando por las tribunas… El partido había terminado… y ahora la pregunta era: ¿Se irá Javier con toda la multitud o Volverá a entrar al almacén para guardar el balón?

Sea como fuera, instinto, sexto sentido o tan solo un presentimiento… lo cierto es que yo sabía que estábamos cerca de ser descubiertos..


Ref.: Por AdrianReload - TodoRelatos.

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