Rompiéndole el culo a Mili (6)
Capítulo 6
Descubriendo su punto débil
Luego de unos minutos de estar aferrados el uno al otro, en silencio, decidimos salir de la ducha, el vapor que generaba el agua caliente estaba por convertir en un sauna aquel espacio. Deslicé la puerta por el lado posterior y así finalmente escapamos de aquella vaporosa prisión.
Cerré la llave del agua caliente y le alcance una toalla para que limpiara sus carnosas formas y yo tomé otra.
- Vaya… que chiquito… me dijo sonriendo, mirando mi entrepierna.
- Oye, tu ya lo has visto y lo has sentido (hasta sufrido) cuando está inspirado… protesté, al darme cuenta que mi verga se había reducido a su mínima expresión luego del baño y de las 3 exprimidas que Mili le había dado a mi pene esa noche.
- Lo sé tonto… repuso cariñosamente abrazándome, pensando que así acallaría mi ego supuestamente herido.
- No te has secado bien… le dije al sentirla nuevamente.
- Entonces ayúdame… contestó coquetamente.
No me rehusé a su invitación, mientras ella se secaba el cabello, yo secaba sus armoniosas curvas. Protegido por la toalla, mis manos tocaron todos los rincones de su cuerpo, provocando más de una sonrisa traviesa.
- Oye… ahí no…. Exclamó risueña, cuando mis manos se insertaron en el espacio entre sus nalgas.
- Aún está mojado… le dije excusándome.
No puso objeción, me dejó actuar, aunque noté cierto gesto de dolor cuando rose su ano. Bueno han sido 2 veces esta noche, en su aún poco experimentado ano, que esperabas… me dije.
Sin lamentarme por ello mis manos subieron, buscando deleitarse con sus otros atributos, llegando a sus melones. Se le erizó la piel al sentir el jaloneo que le daba, sus pezones se pusieron rígidos como piedra… la misma rigidez se iba manifestando en mi verga.
Mili, de espaldas a mí, continuaba secándose nerviosamente el cabello, con la toalla sobre su cabeza, su cuello desprotegido. Me acerqué a ella, y juguetonamente la besé en el límite entre su cuello y su hombro. Por el espejo frente a nosotros noté como esta simple caricia la desarmo completamente, soltó un suspiro excitado y cerrando los ojos volteó hacia mí, en busca de un beso.
Hacía poco que había descubierto su debilidad, o su fascinación por el placer que le provocaba el sexo anal, ahora, al parecer había encontrado un punto débil de su anatomía, tal vez un punto G, un punto que al ser tocado despertaba toda su pasión.
Me incliné para corresponder ese beso, su respiración agitada me decía que su excitación iba en aumento. Nuestras toallas se deslizaban por nuestros cuerpos hasta caer al piso.
Mi nueva erección era evidente, por nuestra diferencia de estaturas, Mili estaba sintiendo lo duro de mi pene en su ombligo, quizás por instinto mi verga buscaba insertarse en esa cavidad, aunque era muy pequeña para satisfacer mis necesidades y las de ella.
Así lo entendió Mili, que empezó a abrazarme del cuello, buscando trepar sobre mí, quería encontrar una manera de que mi verga no le presione el ombligo sino otro de sus agujeros.
Motivado por sus lujuriosos besos, sus senos apretándome por el ir y venir de su respiración, su desesperación y ansiedad porque la penetrara otra vez, y con mi verga hirviendo de deseo de probar su carne nuevamente… no lo pensé dos veces… mis manos dejaron de acariciar su espalda, se deslizaron hasta su cintura, tocando sus nalgas hasta sus muslos, mis manos se fijaron en ellos y la levanté…
- Ohhh…siíííí… exclamó sorprendida y agradecida.
La mantuve izada en lo más alto unos instantes, con sus henchidos senos a la altura de mi boca, succione sus jugosas tetas, jalonee sus pezones y la sentía estremecerse de placer….
- Yaaa… por favor yaaa… hazlooo… me suplicaba.
Entendía que quería ser penetrada, la fui descendiendo poco a poco, hasta que mi verga rozaba su pubis… En este incómodo accionar, la cabeza de mi verga se paseo por los labios de su empapada vagina, un temblorcillo la recorrió mientras mi verga se deslizaba hasta su ano…
La miré, aún excitada pero con un gesto de desconfianza me dio su aprobación, aun sentía adolorido su esfínter… la fui dejando caer, mi verga se fue insertando en su maltratado ano… resistió, sin embargo, segundos después sus dedos arañaban mi cuello y mi espalda, el dolor se le estaba haciendo insoportable…
- No auuu… espera nooo… ayyy… mejor nooo… por ahí no… me rogó Mili visiblemente adolorida.
- Está bien… respondí y atendiendo a su pedido la fui levantando, sacándole la cabeza de mi pene de su maltrecho ano.
En ese momento ni ella ni yo sabíamos que instantes después presa de la excitación ella misma hundiría mi verga en su ano… pero en ese momento solo me quedó satisfacer a su reclamo, deslicé nuevamente mi verga hasta su pubis, hasta su mojada vagina…
- Si por ahí sííí… exclamó más aliviada.
Sus dedos dejaron de estrujar mi espalda, la mueca de dolor se desdibujó en su rostro y nuevamente lucía su candorosa excitación. Mi verga se fue insertando en su vagina como en mantequilla, su evidente lubricación hizo que no tardara mucho en tenerla completamente clavada.
- Ahhhh..siíííí… uhmmm…
Sus brazos me sujetaron con fuerza, sus piernas temblaron al sentir su conchita completamente invadida por mi tieso miembro. Sus labios y su lengua no tardaron en buscar los míos, mientras su cuerpo saboreaba esta nueva penetración…
- Vamooos… Danny… dame… me pidió tras unos instantes.
Ubique mejor mis brazos debajo de sus muslos, con mis manos sujetando sus voluminosas nalgas, inicié el ascenso y descenso que el cuerpo de Mili estaba deseando, insertando y sacando mi verga de sus humedecidos labios vaginales… gustosa agradeció esta fricción…
- Síííí… asíííí… que biennn… hummmm….
Sus inflados senos rebotaban en mi cuerpo, sus dulces gemidos llenaban mis oídos. Con la sangre hirviendo, fui aumentando el ritmo de su ascenso y descenso, ella disfrutaba de ese vigor, de la fuerza que le imprimía a estas penetraciones, cada vez más continúas…
- Ahhh… uhmmm… ahhh…
El agitado vaivén de su cuerpo, le impedía continuar con sus pedidos. El aire en sus pulmones apenas le daba para emitir esos gozosos suspiros. La fuerza en mis brazos también apenas me daba para continuar con este esforzado movimiento. Mi ritmo fue decayendo, mas no la rigidez de mi verga.
- Vamos Danny… más fuertee… vamoss… me reclamaba recuperando el aliento y notando mi decaimiento físico.
Al no haber mayor reacción de mi parte ella misma en movimientos torpes, pero placenteros, fue subiendo y bajando… sin embargo no serían suficientes para llevarla a otro orgasmo… me hubiera gustado terminar en esa posición, pero tras tres actos sexuales esa noche y mi poco ejercitación física en los últimos tiempos iba a ser una tarea difícil.
Sabía que no podría mantenerla en alto mucho tiempo, así que mis ojos buscaron un lugar de apoyo que nos permitiese terminar aquel encuentro… pensé ubicarla sobre el lavamanos, pero dudaba que aguantara el peso de Mili y la fuerza de nuestro accionar… luego observé el sanitario, con su tapa abajo me permitiría sentarme en él.
Con el cuerpo de Mili a cuestas me fui a sentar sobre el excusado. Sonrió agradecida al notar mi práctica solución, o tal vez fue por recordar que horas antes estuvimos en un posición similar en el baño de la facultad, solo que esta vez ella está frente a mí y no de espaldas.
- Así está mejor… dijo y se dispuso a proseguir la faena.
Meneó su jugoso rabo por toda mi entrepierna y encontró que mi verga aun endurecida la llenaba plenamente. Al igual que en el baño de la facultad, con sus pies apoyados en el suelo, Mili se encargó de subir y bajar, incrustándose a placer mi verga en su ardiente conchita…
- Que... bien… ahhh... uhhh… clamaba sintiendo que volvía la misma agitación de instantes previos.
Me dediqué a descansar mis brazos, rodeando su cintura. Mis labios succionaban sus melones que iban y venían por sus movimientos y su agitación. Sus manos acariciaban mis cabellos… hasta que…
- Ayyy… no puede ser… no puedo másss… decía Mili confundida.
La miré extrañado, pensé que ya había llegado al orgasmo, me pareció muy repentino dado que hacía poco que habíamos reiniciado nuestro accionar. En su rostro de fascinación y aun excitación pude ver nuevamente aquella locura pasional que había visto cuando le desvirgue el ano o cuando la poseí por el mismo agujero de manera salvaje en el baño de la facultad.
Esa locura, ese apetito anal había vuelto, en el punto más álgido de su excitación creyó que sentiría mayor placer siendo penetrada por el más estrecho y adolorido de sus agujeros. Así me lo dio a entender cuando ella se levantó un poco, sacándose mi verga y tomándola con su mano, como su dueña, la ubico en la entrada de su ano, que aun herido palpitaba esperando una nueva incursión.
- ¿Estás segura?... pregunte incrédulo.
- Sí… fue su tajante y lujuriosa respuesta.
Para dar por sentada su posición al respecto, ella misma se fue sentando en mi verga. Mordiéndose los labios, para no dejar escapar quejidos de dolor, fue hundiéndose de a pocos mi maciza verga. Mis manos se limitaron a guiar su accionar, tomándola por la cintura. Su piel se estremecía mientras descendía.
- Ufff… ouuu… se quejó.
- Ya casi… la animaba.
Sus piernas empezaban a temblar, producto del dolor, del cansancio o tal vez de su excitación. No aguantó más y se dejó caer….
- Ayyyy… clamó adolorida.
Me abrazó con fuerza mientras su cuerpo se reponía de aquella dolorosa incursión, de aquella forzada penetración que parecía haberla partido. Con su rostro escondido entre mi hombro y mi cuello, en voz baja me reclamo:
- Mira en qué me has convertido…
¿En una infiel? ¿En una ninfómana? ¿En una adicta anal?... quizás esta última se acercaba más a la respuesta, ya que estaba dispuesta a sufrir este dolor inicial en pos de un clímax mayor. Pude quedarme en silencio, pero preso de la curiosidad me atreví a preguntar:
¿En qué te he convertido?
Apartándose de mi hombro, y mirándome fijamente, con un brillo inusual en sus ojos, y con un gesto cariñoso, tal vez excitado, me respondió:
- En una adicta a tu verga.
Mi respuesta estuvo cerca, pensé. Gratamente sorprendido y halagado quise responder algo, retribuirle, pero Mili no me dio pie a ninguna réplica inmediata. Quizás esperaba una respuesta física y no con palabras, ya que procedió a menear su delicioso trasero por mi entrepierna.
Era la primera vez que hacía esta maniobra cuando mi pene la estaba empalando por el culo… tras el gesto de sufrimiento inicial, un gesto de gozo fue cambiando su expresión, transformando el dolor inicial en incipiente placer, su piel se erizó nuevamente al sentir recobrada esa sensación.
- Uhmmmm… suspiró aliviada al notar que el dolor cedía y la excitación ganaba paso nuevamente.
Más segura, comenzó a ir y venir suavemente sobre mi verga. Mis manos continuaron guiando su cintura, mis labios buscaron los suyos que en generosos besos me retribuían el placer que mi verga le generaban a su pequeño agujero. Luego mis labios se dirigieron a sus henchidos pezones que parecían que iban a explotar.
- Sí … tómame así… disfruta de mi cuerpo como yo disfruto de tu verga… murmuraba jadeante.
El sudor empezaba a bañarnos, el subir y bajar de su cuerpo era cada vez más rápido, sus gemidos, el golpeteo de sus nalgas en mi ingle, la dulce fricción y el placer que provocaban iban en aumento… solo que ahora sus fuerzas iban en descenso…
- Ahhh… vamosss… ayúdame… ahhh… me rogaba con sus mejillas encendidas, su rostro cansado.
Mis manos rodearon voluminosas nalgas, y mis descansados brazos la ayudaron en su tarea de ascenso y descenso, primero imitando su ritmo, luego incrementándolo.
- Síííí… asííí… ahhhh… ya casi… uhmmm… exclamaba satisfecha.
Su castigo auto infringido, esa auto penetración, estaba llegando a su clímax, los movimientos, las incrustaciones eran cada vez más frecuentes, más vertiginosas. Sus senos vibraban cerca de mi pecho, sus voluptuosas nalgas retumbaban contra mi entrepierna.
- Ahhh… ahhhh… ahhh… gemía Mili profundamente.
En un último movimiento, se dejó caer con fuerza, clavándose mi verga lo más que pudo, luego meneó nuevamente su apetecible culo, mientras su cuerpo se retorcía producto de un nuevo orgasmo. Me abrazó con fuerza, mi casi enroscada verga se dio maña para inundarla, para refrescar sus intimidades con su lechoso líquido.
- Ufff… uhmmm… suspiró agradecida.
Nuevos espasmos la recorrieron producto de las ráfagas de semen que la invadian. Nuevamente su rostro descansó en mi hombro. Su cuerpo deliciosamente relajado, agotado, descansaba contra el mío. Sus senos dejaban de golpear mi tórax en clara evidencia de que su respiración recobraba su ritmo habitual.
- Vaya… creo que necesitamos un baño… dije finalmente notando nuestros cuerpos sudorosos.
Alejo un poco su rostro de mi hombro y lucía un poco perpleja, tenía una graciosa expresión, solo me dijo, casi suplico:
- Sí, pero esta vez que solo sea una ducha…
Me reí percatándome que su cuerpo estaba exhausto, después de todas esas experiencias sexuales era evidente. Mili temía que mi propuesta de bañarnos juntos nuevamente encerrara otro castigo a su arrugado anillo.
- Está bien, que solo sea un baño… respondí sonriendo.
Solo así vi que su expresión de sorpresa, casi temor, se tornaba en una más risueña. Después de esos agitados encuentros, yo también dudaba que pudiera someterla una vez más, al menos por esa noche, o dentro de los siguientes minutos… además teníamos otras tareas pendientes, es decir, aún no terminábamos el informe de la universidad que debíamos presentar el lunes… después de eso, tal vez más repuestos, ¿Quién sabe?… a estas alturas entre nosotros cualquier cosa podía pasar…
- Vaya… que chiquito… me dijo sonriendo, mirando mi entrepierna.
- Oye, tu ya lo has visto y lo has sentido (hasta sufrido) cuando está inspirado… protesté, al darme cuenta que mi verga se había reducido a su mínima expresión luego del baño y de las 3 exprimidas que Mili le había dado a mi pene esa noche.
- Lo sé tonto… repuso cariñosamente abrazándome, pensando que así acallaría mi ego supuestamente herido.
- No te has secado bien… le dije al sentirla nuevamente.
- Entonces ayúdame… contestó coquetamente.
No me rehusé a su invitación, mientras ella se secaba el cabello, yo secaba sus armoniosas curvas. Protegido por la toalla, mis manos tocaron todos los rincones de su cuerpo, provocando más de una sonrisa traviesa.
- Oye… ahí no…. Exclamó risueña, cuando mis manos se insertaron en el espacio entre sus nalgas.
- Aún está mojado… le dije excusándome.
No puso objeción, me dejó actuar, aunque noté cierto gesto de dolor cuando rose su ano. Bueno han sido 2 veces esta noche, en su aún poco experimentado ano, que esperabas… me dije.
Sin lamentarme por ello mis manos subieron, buscando deleitarse con sus otros atributos, llegando a sus melones. Se le erizó la piel al sentir el jaloneo que le daba, sus pezones se pusieron rígidos como piedra… la misma rigidez se iba manifestando en mi verga.
Mili, de espaldas a mí, continuaba secándose nerviosamente el cabello, con la toalla sobre su cabeza, su cuello desprotegido. Me acerqué a ella, y juguetonamente la besé en el límite entre su cuello y su hombro. Por el espejo frente a nosotros noté como esta simple caricia la desarmo completamente, soltó un suspiro excitado y cerrando los ojos volteó hacia mí, en busca de un beso.
Hacía poco que había descubierto su debilidad, o su fascinación por el placer que le provocaba el sexo anal, ahora, al parecer había encontrado un punto débil de su anatomía, tal vez un punto G, un punto que al ser tocado despertaba toda su pasión.
Me incliné para corresponder ese beso, su respiración agitada me decía que su excitación iba en aumento. Nuestras toallas se deslizaban por nuestros cuerpos hasta caer al piso.
Mi nueva erección era evidente, por nuestra diferencia de estaturas, Mili estaba sintiendo lo duro de mi pene en su ombligo, quizás por instinto mi verga buscaba insertarse en esa cavidad, aunque era muy pequeña para satisfacer mis necesidades y las de ella.
Así lo entendió Mili, que empezó a abrazarme del cuello, buscando trepar sobre mí, quería encontrar una manera de que mi verga no le presione el ombligo sino otro de sus agujeros.
Motivado por sus lujuriosos besos, sus senos apretándome por el ir y venir de su respiración, su desesperación y ansiedad porque la penetrara otra vez, y con mi verga hirviendo de deseo de probar su carne nuevamente… no lo pensé dos veces… mis manos dejaron de acariciar su espalda, se deslizaron hasta su cintura, tocando sus nalgas hasta sus muslos, mis manos se fijaron en ellos y la levanté…
- Ohhh…siíííí… exclamó sorprendida y agradecida.
La mantuve izada en lo más alto unos instantes, con sus henchidos senos a la altura de mi boca, succione sus jugosas tetas, jalonee sus pezones y la sentía estremecerse de placer….
- Yaaa… por favor yaaa… hazlooo… me suplicaba.
Entendía que quería ser penetrada, la fui descendiendo poco a poco, hasta que mi verga rozaba su pubis… En este incómodo accionar, la cabeza de mi verga se paseo por los labios de su empapada vagina, un temblorcillo la recorrió mientras mi verga se deslizaba hasta su ano…
La miré, aún excitada pero con un gesto de desconfianza me dio su aprobación, aun sentía adolorido su esfínter… la fui dejando caer, mi verga se fue insertando en su maltratado ano… resistió, sin embargo, segundos después sus dedos arañaban mi cuello y mi espalda, el dolor se le estaba haciendo insoportable…
- No auuu… espera nooo… ayyy… mejor nooo… por ahí no… me rogó Mili visiblemente adolorida.
- Está bien… respondí y atendiendo a su pedido la fui levantando, sacándole la cabeza de mi pene de su maltrecho ano.
En ese momento ni ella ni yo sabíamos que instantes después presa de la excitación ella misma hundiría mi verga en su ano… pero en ese momento solo me quedó satisfacer a su reclamo, deslicé nuevamente mi verga hasta su pubis, hasta su mojada vagina…
- Si por ahí sííí… exclamó más aliviada.
Sus dedos dejaron de estrujar mi espalda, la mueca de dolor se desdibujó en su rostro y nuevamente lucía su candorosa excitación. Mi verga se fue insertando en su vagina como en mantequilla, su evidente lubricación hizo que no tardara mucho en tenerla completamente clavada.
- Ahhhh..siíííí… uhmmm…
Sus brazos me sujetaron con fuerza, sus piernas temblaron al sentir su conchita completamente invadida por mi tieso miembro. Sus labios y su lengua no tardaron en buscar los míos, mientras su cuerpo saboreaba esta nueva penetración…
- Vamooos… Danny… dame… me pidió tras unos instantes.
Ubique mejor mis brazos debajo de sus muslos, con mis manos sujetando sus voluminosas nalgas, inicié el ascenso y descenso que el cuerpo de Mili estaba deseando, insertando y sacando mi verga de sus humedecidos labios vaginales… gustosa agradeció esta fricción…
- Síííí… asíííí… que biennn… hummmm….
Sus inflados senos rebotaban en mi cuerpo, sus dulces gemidos llenaban mis oídos. Con la sangre hirviendo, fui aumentando el ritmo de su ascenso y descenso, ella disfrutaba de ese vigor, de la fuerza que le imprimía a estas penetraciones, cada vez más continúas…
- Ahhh… uhmmm… ahhh…
El agitado vaivén de su cuerpo, le impedía continuar con sus pedidos. El aire en sus pulmones apenas le daba para emitir esos gozosos suspiros. La fuerza en mis brazos también apenas me daba para continuar con este esforzado movimiento. Mi ritmo fue decayendo, mas no la rigidez de mi verga.
- Vamos Danny… más fuertee… vamoss… me reclamaba recuperando el aliento y notando mi decaimiento físico.
Al no haber mayor reacción de mi parte ella misma en movimientos torpes, pero placenteros, fue subiendo y bajando… sin embargo no serían suficientes para llevarla a otro orgasmo… me hubiera gustado terminar en esa posición, pero tras tres actos sexuales esa noche y mi poco ejercitación física en los últimos tiempos iba a ser una tarea difícil.
Sabía que no podría mantenerla en alto mucho tiempo, así que mis ojos buscaron un lugar de apoyo que nos permitiese terminar aquel encuentro… pensé ubicarla sobre el lavamanos, pero dudaba que aguantara el peso de Mili y la fuerza de nuestro accionar… luego observé el sanitario, con su tapa abajo me permitiría sentarme en él.
Con el cuerpo de Mili a cuestas me fui a sentar sobre el excusado. Sonrió agradecida al notar mi práctica solución, o tal vez fue por recordar que horas antes estuvimos en un posición similar en el baño de la facultad, solo que esta vez ella está frente a mí y no de espaldas.
- Así está mejor… dijo y se dispuso a proseguir la faena.
Meneó su jugoso rabo por toda mi entrepierna y encontró que mi verga aun endurecida la llenaba plenamente. Al igual que en el baño de la facultad, con sus pies apoyados en el suelo, Mili se encargó de subir y bajar, incrustándose a placer mi verga en su ardiente conchita…
- Que... bien… ahhh... uhhh… clamaba sintiendo que volvía la misma agitación de instantes previos.
Me dediqué a descansar mis brazos, rodeando su cintura. Mis labios succionaban sus melones que iban y venían por sus movimientos y su agitación. Sus manos acariciaban mis cabellos… hasta que…
- Ayyy… no puede ser… no puedo másss… decía Mili confundida.
La miré extrañado, pensé que ya había llegado al orgasmo, me pareció muy repentino dado que hacía poco que habíamos reiniciado nuestro accionar. En su rostro de fascinación y aun excitación pude ver nuevamente aquella locura pasional que había visto cuando le desvirgue el ano o cuando la poseí por el mismo agujero de manera salvaje en el baño de la facultad.
Esa locura, ese apetito anal había vuelto, en el punto más álgido de su excitación creyó que sentiría mayor placer siendo penetrada por el más estrecho y adolorido de sus agujeros. Así me lo dio a entender cuando ella se levantó un poco, sacándose mi verga y tomándola con su mano, como su dueña, la ubico en la entrada de su ano, que aun herido palpitaba esperando una nueva incursión.
- ¿Estás segura?... pregunte incrédulo.
- Sí… fue su tajante y lujuriosa respuesta.
Para dar por sentada su posición al respecto, ella misma se fue sentando en mi verga. Mordiéndose los labios, para no dejar escapar quejidos de dolor, fue hundiéndose de a pocos mi maciza verga. Mis manos se limitaron a guiar su accionar, tomándola por la cintura. Su piel se estremecía mientras descendía.
- Ufff… ouuu… se quejó.
- Ya casi… la animaba.
Sus piernas empezaban a temblar, producto del dolor, del cansancio o tal vez de su excitación. No aguantó más y se dejó caer….
- Ayyyy… clamó adolorida.
Me abrazó con fuerza mientras su cuerpo se reponía de aquella dolorosa incursión, de aquella forzada penetración que parecía haberla partido. Con su rostro escondido entre mi hombro y mi cuello, en voz baja me reclamo:
- Mira en qué me has convertido…
¿En una infiel? ¿En una ninfómana? ¿En una adicta anal?... quizás esta última se acercaba más a la respuesta, ya que estaba dispuesta a sufrir este dolor inicial en pos de un clímax mayor. Pude quedarme en silencio, pero preso de la curiosidad me atreví a preguntar:
¿En qué te he convertido?
Apartándose de mi hombro, y mirándome fijamente, con un brillo inusual en sus ojos, y con un gesto cariñoso, tal vez excitado, me respondió:
- En una adicta a tu verga.
Mi respuesta estuvo cerca, pensé. Gratamente sorprendido y halagado quise responder algo, retribuirle, pero Mili no me dio pie a ninguna réplica inmediata. Quizás esperaba una respuesta física y no con palabras, ya que procedió a menear su delicioso trasero por mi entrepierna.
Era la primera vez que hacía esta maniobra cuando mi pene la estaba empalando por el culo… tras el gesto de sufrimiento inicial, un gesto de gozo fue cambiando su expresión, transformando el dolor inicial en incipiente placer, su piel se erizó nuevamente al sentir recobrada esa sensación.
- Uhmmmm… suspiró aliviada al notar que el dolor cedía y la excitación ganaba paso nuevamente.
Más segura, comenzó a ir y venir suavemente sobre mi verga. Mis manos continuaron guiando su cintura, mis labios buscaron los suyos que en generosos besos me retribuían el placer que mi verga le generaban a su pequeño agujero. Luego mis labios se dirigieron a sus henchidos pezones que parecían que iban a explotar.
- Sí … tómame así… disfruta de mi cuerpo como yo disfruto de tu verga… murmuraba jadeante.
El sudor empezaba a bañarnos, el subir y bajar de su cuerpo era cada vez más rápido, sus gemidos, el golpeteo de sus nalgas en mi ingle, la dulce fricción y el placer que provocaban iban en aumento… solo que ahora sus fuerzas iban en descenso…
- Ahhh… vamosss… ayúdame… ahhh… me rogaba con sus mejillas encendidas, su rostro cansado.
Mis manos rodearon voluminosas nalgas, y mis descansados brazos la ayudaron en su tarea de ascenso y descenso, primero imitando su ritmo, luego incrementándolo.
- Síííí… asííí… ahhhh… ya casi… uhmmm… exclamaba satisfecha.
Su castigo auto infringido, esa auto penetración, estaba llegando a su clímax, los movimientos, las incrustaciones eran cada vez más frecuentes, más vertiginosas. Sus senos vibraban cerca de mi pecho, sus voluptuosas nalgas retumbaban contra mi entrepierna.
- Ahhh… ahhhh… ahhh… gemía Mili profundamente.
En un último movimiento, se dejó caer con fuerza, clavándose mi verga lo más que pudo, luego meneó nuevamente su apetecible culo, mientras su cuerpo se retorcía producto de un nuevo orgasmo. Me abrazó con fuerza, mi casi enroscada verga se dio maña para inundarla, para refrescar sus intimidades con su lechoso líquido.
- Ufff… uhmmm… suspiró agradecida.
Nuevos espasmos la recorrieron producto de las ráfagas de semen que la invadian. Nuevamente su rostro descansó en mi hombro. Su cuerpo deliciosamente relajado, agotado, descansaba contra el mío. Sus senos dejaban de golpear mi tórax en clara evidencia de que su respiración recobraba su ritmo habitual.
- Vaya… creo que necesitamos un baño… dije finalmente notando nuestros cuerpos sudorosos.
Alejo un poco su rostro de mi hombro y lucía un poco perpleja, tenía una graciosa expresión, solo me dijo, casi suplico:
- Sí, pero esta vez que solo sea una ducha…
Me reí percatándome que su cuerpo estaba exhausto, después de todas esas experiencias sexuales era evidente. Mili temía que mi propuesta de bañarnos juntos nuevamente encerrara otro castigo a su arrugado anillo.
- Está bien, que solo sea un baño… respondí sonriendo.
Solo así vi que su expresión de sorpresa, casi temor, se tornaba en una más risueña. Después de esos agitados encuentros, yo también dudaba que pudiera someterla una vez más, al menos por esa noche, o dentro de los siguientes minutos… además teníamos otras tareas pendientes, es decir, aún no terminábamos el informe de la universidad que debíamos presentar el lunes… después de eso, tal vez más repuestos, ¿Quién sabe?… a estas alturas entre nosotros cualquier cosa podía pasar…
Ref.: Por AdrianReload - TodoRelatos.
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