Rompiéndole el culo a Mili (3)

Capítulo 3

¿Por qué he de limitarme solo a su ano?

Tras un silencio incómodo intenté agregar algo, pero el sonido de unos pasos acercándose nos hizo darnos cuenta del lugar y la situación en que estábamos, más aún de la forma en que nos veíamos…

- ¿Qué hacemos?... me preguntó asustada.
 
Por mi mente cruzó cerrar la puerta del baño, pero… ¡Estábamos en el baño para las profesoras!, generalmente ellas tenían una llave. El baño también era usado por el personal administrativo, cuyas oficinas estaban cerca. Diablos, ¿Nos habrán escuchado?..

- Pues hay que escondernos… dije presuroso indicando una de las cabinas de los baños.

En cualquier otro baño hubiera sido una situación bochornosa, una travesura tal vez sin mayor consecuencia, pero en los claustros de la universidad y dependiendo de quien ingresara a ese baño de damas, podría significar una expulsión segura.

Los pasos se oían cada vez más cerca. Con el pantalón apenas sobre las rodillas, me apresure a ingresar a una de esas cabinas, Mili en cambio, presa del miedo, intentaba arreglarse… regresé donde ella y la jale… con sus senos al aire y su apretado pantalón por debajo del pubis.

Ya dentro de la cabina me senté en uno de los sanitarios y Mili se sentó en mis rodillas, de espaldas a mí. Con lo estrecho del lugar, las desnudas nalgas de Mili estaban prácticamente sobre mi ingle, también desnuda. Una tentación a la que no presté mucha atención en ese momento, por lo peligroso de la situación.

Para nuestra mala suerte el cerrojo de la puerta estaba roto. No había tiempo para ir a otra cabina, la puerta exterior del baño hacia un chirrido que nos indicaba que alguien iba a entrar. Mili se inclinó y con las 2 manos empujó la puerta de nuestra cabina para mantenerla cerrada. En esta acción sus nalgas se abrieron y la posición que adoptaba era por demás excitante, provocadora.

Mi verga parecía tener vida propia, sin pensar en la delicada de nuestra situación, simplemente empezó a endurecer… Mili lo notó, mejor dicho, lo sintió, un temblorcillo recorrió su espalda, soltó un poco la puerta, luego se recompuso y la presionó nuevamente.

- Ni siquiera se te ocurra… me reprochó en voz baja, volteando a medias, quiso decir más pero…

El sonido de unos tacones dentro del baño nos indicó que la intrusa ya estaba dentro. Primero el sonido del lavadero… ojalá que solo quiera lavarse las manos, pensé, mientras instintivamente mi verga se había situado en sus labios vaginales, rozándolos. Mili bajo la cabeza, tal vez maldiciendo mi inoportuna excitación o tan solo controlando la suya.

Luego de unos segundos su conchita comenzó a mojarse, humedeciendo también mi pene. En esos momentos nuestra inoportuna visita ingresaba al sanitario de al lado.

No podía evitarlo, lo prohibido de la situación, las carnosas nalgas de Mili, su estrecha cintura, su pubis empapado… no aguante más y sin pensarlo la tome de la cintura y la jale suavemente más hacia mí. Quería sentir mejor su conchita.
 
Mili volteo su cabeza a medias, pude ver su expresión sorpresa. Otro temblorcillo la recorrió al sentir que ahora mi verga se hundía parcialmente a lo largo de su humedecida vagina. Quizás hicimos algo de ruido, pero creo que el ruido que generaba la huésped de al lado logró solapar el nuestro.

No había penetrado la vagina de Mili, este lugar se me había hecho improbable, debido a su reciente interés anal. Además, su conchita parecía solamente destinada a su novio Javier. Al recordarlo me molesté... ¿Por qué he de limitarme solo a su ano?…

Escuché que la intrusa bajaba la cadena y aproveché para levantar las nalgas de Mili y acomodar mi pene a la entrada de su vagina. Al inicio ella forcejeó un poco, pero con mi verga ya en posición, con la cabecita de mi pene parcialmente dentro suyo, propinándole un rico cosquilleo, ella se detuvo, luego simplemente fue descendiendo, insertándose centímetro a centímetro mi tiesa verga. Sentía el cuerpo de Mili estremecerse.
 
Al lado, nuestra compañera ocasional había terminado sus necesidades y se disponía a salir. Escuché el ruido de su puerta abriéndose, mientras sentía los labios vaginales de Mili completamente abiertos, estrechando mi pene con toda su humedad y calidez.

Ella ahogó un gemido en su garganta, pero presa de su excitación procedió a menear su esplendoroso rabo por toda mi ingle, sentía como mi pene revolvía su intimidad y la llenaba de placer…

- Uhmmm… esta vez si se le escapó un dulce y profundo gemido.
 
Yo también quise soltar un Uff… estaba en las nubes, se sentía tan bien tenerla así. Solo que reaccioné, recordé nuestra situación e instintivamente me puse rígido. Mili se dio cuenta de lo inoportuno de su gemido. Solo quedaba rogar que nuestra visitante no lo hubiese notado… pero…

- ¿Hay alguien ahí?.. preguntó una voz, parecía la secretaria del Decano.

Por la gran put… ya nos jodimos, pensé. Mili se puso helada, su cuerpo se contrajo, mi pene sufrió las consecuencias de este espasmo. Ella casi suelta la puerta. La empuje para que no sucediera y nuevamente hicimos ruido.

- ¿Hay alguien ahí? Contesten... dijo más seria, escuche sus tacones acercarse.

Ninguna respuesta, sólo silencio, sentía a Mili lloriquear desde su posición, sabía que no respondería nada…así que…

- Si, si... disculpe es que tengo un malestar… dije con la voz más femenina que mis cuerdas bucales me permitieron.

- Su voz no me es familiar… ¿Es usted Profesora de esta facultad?...

- No, no… repuse nervioso, que caraj… invento.

- ¿Entonces?

- Soy estudiante, hace poco ingresé a esta facultad.

- Pues debe saber que este baño es solo para profesoras y personal administrativo…

- Si, si, disculpe… es solo que tuve una emergencia… a este punto mi voz ya no salía tan fina como hubiera querido.

- Está bien muchacha, por esta vez lo voy a dejar pasar… dijo con voz desconfiada.

Como había inclinado un poco a Mili hacia un lado, para que mi voz se escuchase, no sé por qué pero, el tono de voz de la señora me puso en guardia, miré por debajo de la puerta y noté como su sombra se iba ensanchando… Maldición, la vieja se está agachando, seguro quiere ver por debajo de la puerta…

En acto reflejo, levanté las piernas lo más que pude, me fui hundiendo en el retrete, gracias al peso de las enormes nalgas de mi compañera. Mis manos soltaron la cintura de Mili y me apoyé en las paredes de la cabina. Logre detener mi descenso. Mili se percató de mi accionar, dejó de presionar sus jugosas nalgas contra mí y se levantó un poco.

Observé como la sombra de nuestra inoportuna visita volvía a su forma original, Uff, al parecer quedó satisfecha con ver los zapatos de Mili, sus pies femeninos con sus uñas pintadas. Escuché sus pasos alejarse, el sonido del lavabo.

- No se demore mucho jovencita, el portero no debe tardar en venir a hacer la limpieza y cerrar el baño.

- No, no, en un rato salgo… respondí con voz cada vez más masculina.

Mi incómoda posición hacía que me costara seguir con mi imitación. Por fortuna, escuché sus pasos alejándose. Se detuvo en la puerta… Maldición…

- Cuídese también de los resfriados, parece que su voz está un poquito ronca… dijo antes de salir.

- Si, ujum, gracias… respondí.

Suspiré aliviado al escuchar la puerta cerrarse, Mili también se relajó, nuevamente su abultado trasero hizo presión contra mí, me iba a hundir, puse mis pies contra el suelo y la empuje para afuera. En ese trance hundí mi verga con fuerza, ella se estremeció.

- Ohhh… exclamó, no me sonó a queja sino a sorpresa, grata sorpresa.

No dijo nada, entendí que aceptaba mi proceder, que no ponía objeciones a que termináramos lo que habíamos empezado. Me acomodé en el sanitario, revolviendo mi pene en su conchita que volvía a empaparse.

- Uhmmm… no creo que… protestó a media voz, denotando su excitación.

No la dejé continuar, mis manos buscaron sus senos, los encontré henchidos, subiendo y bajando por la agitada respiración de Mili, sus erizados pezones aceptaron mis caricias…

- Ayyy… no… por favor no… no hagas eso…me rogaba, sin embargo, el tono de su voz me invitaba a hacerlo.

- Está bien… le dije, y retándola agregué: puedes levantarte, no te voy a retener…

Ella se fue levantando poco a poco, pero nuevamente se dejó caer… ahora se le erizó toda la piel…

- ¿Por qué me haces esto?... uhmmm… sabes que no puedo…

No puedes ser infiel por ese agujero o no puedes soportar el placer que te estoy propiciando, no puedes alejarte… quise preguntarle. Como respondiéndome ella meneó su delicioso trasero en toda mi ingle, saboreando la rigidez y anchura de mi pene. Nuevamente subió y se dejó caer… una y otra vez…

- Ay Danny… que placer… me haces hacer locuras…
 
- Y tú me vuelves loco… le respondí.

Dejó de sujetar la puerta y sus manos hacían que las mías estrujaran sus senos, mientras su trasero no dejaba de rebotar contra mi ingle…

- Ahhh… ahhh…va a venir el portero… ahhh ahhh…

- No importa… le decía.

- Uyy

Pocos segundos después, quizás por lo vertiginoso de sus movimientos de ascenso y descenso, por esa dulce fricción entre nuestros genitales y por la adrenalina de la situación, la posibilidad de ser descubiertos, todo ello se aunó para provocarnos un placentero orgasmo.

- Ahhhh… uhmmm…

- Uff….

Mi leche intentó contradecir la ley de gravedad, chorros y chorros de viscoso líquido llenaban su también lubricada y empapada conchita, sin embargo, terminaban escurriendo nuevamente desde sus intimidades.

Toda esta grata agitación provocó que nuestros cuerpos se relajaran, sobre todo el de ella, que nuevamente se dejó caer sobre mí, saboreando esa nueva experiencia, esa prohibida situación… así poco a poco me fui hundiendo. Solo reaccioné cuando sentí el agua del retrete en mis nalgas.

- Oyeee... espera…

- Ay si… lo siento… me dijo y se paró.

Yo también me paré nos miramos… ¿culpa? ¿Vergüenza?, intentaba descifrar que era lo que sus negros ojos brillantes intentaban decirme… sin embargo no era eso…

Me tomó del cuello y me acercó a sus carnosos y rojizos labios, parecía una efusiva muestra de agradecimiento, de cariño tal vez… permanecimos unidos así unos segundos, quizás minutos… hasta que…

El vibrar y el tenue sonido en mi pantalón, me indicaban que tenía una llamada… continuamos besándonos unos instantes más, sin embargo, el persistente sonido hizo que nos alejáramos.

El celular dejó de sonar, ahora sí se notaba que había incomodidad en su expresión. Nuevamente el celular y su persistente sonido, lo reconocí, era el timbrado que había configurado para ella, mi novia… ¡Diablos!, tengo novia…

- Anda contesta, puede ser algo importante… me dijo Mili.

- Permíteme un segundo… le dije.

Con la cabeza semi inclinada, quizás para no verme, Mili se hizo a un lado, dejándome salir de la cabina del sanitario. Ella permaneció allí. Busque presuroso mi celular, como esperaba era Viviana, mi novia.

- Hola amor, dime… contesté mecánicamente.

No sé cómo le habrá caído a Mili escuchar ese saludo telefónico, al que yo estaba acostumbrado, instintivamente volteé a la cabina donde ella estaba, hasta ese momento no hubo mayor señal de movimiento, parecía que quería escuchar atenta mi conversación. Sin embargo, después de mi respuesta escuché un pequeño ajetreo. Se estará arreglando pensé.

- ¿Por qué me contestas tan agitado?... inquirió Viviana.

Me has atrapado en el baño… le dije intentando guardar la compostura.

- Ah… lo siento… me dijo con voz risueña.

- No, no importa, dime ¿Ha ocurrido algo?... pregunté preocupado.
 
- No, es solo que como me habías dicho que tus padres iban a salir a una reunión familiar… pensé que podría visitarte a tu casa… y no sé, ver unos videos y… me dijo con su dulce voz.

Viviana nunca me diría que quería ir a mi casa para hacer el amor como conejos, esa parte escabrosa y los comentarios subidos de tono siempre me los dejaba a mí. Este pudor, su inocente invitación, era una de las pocas veces en que se me ofrecía tácitamente. Su forma de decirlo, su vocecita, todo ello me robaba una sonrisa…

Sonrisa que captó Mili al salir del baño, y sonrisa que disimule volteando el rostro.

- Uy am... tartamudee, me cohibí de decirle amor porque Mili estaba cerca y después de lo sucedido, era un poco incomodo, solo agregué: Viviana, lo siento, te dije que tenía que terminar un trabajo, debo presentarlo el lunes…

- Pero lo haces mañana, vamos es solo un ratito… insistió.

- ¿Un ratito?... le dije sonriendo nuevamente.

- Bueno, tú eres el que siempre se demora en eso… me dijo un poco avergonzada y me sonó también a queja.

Era cierto, ella no tardaba mucho en tener un orgasmo, generalmente yo me demoraba más y a veces lograba arrancarle un segundo orgasmo. Pero con Mili siempre se dio la coincidencia que terminábamos los dos al mismo tiempo. La observé estaba frente al espejo donde hace un rato la había poseído, nuevamente estaba enfundada en su pantalón blanco, la observé desde sus bien formadas pantorrillas, sus carnosos muslos y ese abultado pero firme trasero… nuevamente se me armaba una erección… pero…

- Amor… ¿Qué dices? ¿Aceptas?... insistió Viviana por el celular.

- ¿Qué?.. respondí volviendo a mis cabales.

- ¿Aceptas?...

- No, no puedo… le dije y vi una tibia sonrisa de Mili por el espejo.

- Está bien, ya sé cómo eres con tus trabajos… me dijo resignada.

- La próxima te lo compenso…

- Mira, me debes una, te tomo la palabra… me dijo sonriendo.

- Está bien…

- Solo mándame un beso y dime que me amas y dormiré tranquila… me dijo traviesamente.

- Viviana hay gente acá… respondí bajando la voz.

Claro, Mili está acá, con un oído parado y sus deliciosos melones también, ella intentaba arreglarse la blusa de alguna forma, yo le había roto los botones y no podía abrocharlos. Qué decir de su brasier, era historia, intentaba acomodarlo, pero a menos que tuviera cinta adhesiva no se iban a quedar en su posición.

- Vamos amor… insistía Viviana con su voz de niña.

- Es que… intentaba refutar mientras veía a Mili quitarse el brasier completamente, no tenía arreglo.

- ¿Acaso no me amas?… preguntó juguetonamente Viviana.

Una pregunta caprichosa que siempre me hacía cuando quería algo, era un jueguito inocente cuya respuesta era evidente… pero después lo sucedido… ¿La amo?... ¿Por qué hago esto?... Si la amara no lo haría…Ella no se lo merece…

- ¿Amor?… insistió Viviana, en busca de respuesta.

- Está bien… Te amo… duerme bien… luego hice el sonido de un beso, quería terminar esa conversación antes de que los sentimientos de culpabilidad terminaran de asaltarme.

- Yo también te amo… trabaja y pórtate bien… ella también hizo un sonoro beso por el celular, creo que hasta Mili lo oyó, y luego colgó.

Ese te amo, me partió el corazón, me sentí una gran basura, un mentiroso de la peor calaña.

Milagros ya había solucionado el problema de su blusa: hacia la mitad de su abdomen había formado un simple moño con los bordes de su blusa. Se veía deliciosamente escotado este arreglo, pero funcionaba de maravillas. Por suerte su blusa no era tan clara y no se veían directamente sus senos, pero diablos la silueta que formaba la tela y el puntillazo de sus pezones…

- Cariñosa la niña… me dijo Mili sacándome de mi abstracción.

- Si bueno, ella es así… dije pensativo.

- Bueno si quiera a ti te llaman, el mío ni se acuerda…

Me acordé de la frase de Javier: "Cuando Mili se pone así prefiero buscarme a otra"… Idiota no sabe el mujeron que tiene, no la aprecia… y yo con que moral me atrevo a pensar así… me recriminé.
 
- Bueno, salgamos de aquí… le dije, miré mi celular: ya son casi las 9, el portero no debe tardar en venir.

- Está bien, solo una cosa… súbete el pantalón… me dijo sonriendo.

- Diablos.

Me arreglé lo mejor que pude. Milagros salió primera, para ver si es que había moros en la costa… como el pasillo estaba despejado me pasó la voz para que saliera.

Caminamos silenciosos, pensativos, solo antes de llegar a la puerta de la universidad me dijo…

- No sabía que imitabas tan bien la voz de una mujer… cuidado se te puede hacer costumbre… me dijo burlonamente.

- Ya cállate… le dije entre risas.


Ref.: Por AdrianReload - TodoRelatos.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Rompiéndole el culo a Mili (18)

Rompiéndole el culo a Mili (17)

Rompiéndole el culo a Mili (16)